Devoción
Aquí encontraras materiales para ahondar en tu fe, para reflexionar y ayudarte a orar.
Solemnidad de la Ascesión del Señor
Para todos aquellos que por causa de esta pandemia no podais acercar a la celebración de la Santa Misa en nuestra parroquia, os dejamos aqui uno de los sermones del Padre Ignacio de este domingo.
También os dejamos el acceso a lecturas correspondientes al este domingo 24 de mayo del 2020, Solemnidad de la Ascension del Señor.
Sábado, 16 de mayo del 2020
Buen día.
La novedad cristiana estriba en el seguimiento de Jesucristo. No se puede hacer consistir la Gracia de Dios en un ejemplo o estilo de vida, si no en la novedad que supone la persona de Jesucristo.
A lo largo de los siglos se han vivido varias formas de reducción de la experiencia cristiana. Unos han querido hacer del cristianismo un mero elenco de normas y leyes que parecían asegurar el cielo. Otros lo han reducido a un mero estilo de vida. Hay quien deja la vida cristiana reducida a un mero actuar social, de compromiso con los pobres…
Todas estas reducciones tienen en común que ocultan a Jesucristo, relegándolo a un segundo plano. El ser cristiano se queda en un mero ser bueno (y vemos a muchos no cristianos serlo más que nosotros), o ser solidarios (es claro que para ello no hace falta ser cristiano y si no, veamos tantas organizaciones del mundo), o cumplidores de normas éticas y morales (que ya había en algunas escuelas filosóficas antes de Cristo o grupos de judíos cumplidores como los fariseos).
La vida cristiana requiere algo muy concreto: un Alguien; Jesucristo. Sin esta relación que nos llama a un seguimiento, la vida cristiana se desvanece. Si vemos la vida de los primeros discípulos lo entendemos mucho mejor. ¿Por qué seguían a Cristo? Porque su persona les fascinaba. Estar con Él, día tras día les cambiaba poco a poco la vida, su forma de pensar, de trabajar, de relacionarse.
Cristo produjo en aquellos hombres un cambio, que era visible para tantos otros que poco a poco se fueron agregando. No era por un deber moral, no. Era como lo que produce un enamoramiento, una fascinación, que tiene luego que madurar y crecer. La vida de los santos es un claro reflejo de esto que quiero decir; hombres, mujeres, niños, jóvenes, sacerdotes, religiosos, obispos… que mirando su vida , sus obras, nos damos cuenta de que les ha sucedido algo verdaderamente grande.
En este sábado le pido a la Virgen que nos conceda a cada uno de nosotros esta gran Gracia; encontrarnos vivamente con Jesús.
Dios mediante, el lunes retomaremos el culto público en Madrid. Por eso, prácticamente hoy concluyo estos comentarios y envíos que espero humildemente os hayan podido ayudar en algún momento. Cuando haya algo “destacado” os lo enviaré.
El texto que hoy os envío, del siglo segundo, es una joya de la literatura cristiana antigua y que expresa esa novedad de vida que hacían visible los primeros cristianos.
Esta tarde os informaré del modo “nuevo” en el orden de nuestras celebraciones litúrgicas, en las que vamos a tener un cuidadoso orden por el bien de todos, tanto al entrar como al salir del templo, en los gestos que realizaremos y en el lugar que nos indicarán para sentarnos… Por eso vamos a pedir voluntarios para todas las celebraciones, para el orden, para la desinfección después de cada Misa y para el servicio litúrgico.
Acordaros de que mañana retransmitiremos la Misa del Domingo, en la fiesta del Taral de la Virgen, desde la capilla de la Parroquia a las 12 del mediodía. No se puede acudir presencialmente a esta celebración, será por el canal de Youtube que volveremos a enviar mañana.
Feliz sábado a todos. Con todo afecto y bendición.
Ignacio+
Buen día de San Isidro
Comenzamos una jornada en la que se nos invita a escuchar de labios de Jesús, que “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. De esta sencilla manera el Señor expresa la verdad del amor, que es entrega.
Esa entrega tiene muchas formas como puede ser la de los mártires, entregando su vida por amor hasta con derramamiento de su sangre, y puede ser de forma cotidiana, como el santo que hoy celebramos. La vida de S. Isidro es la de un hombre que a través del cumplimiento fiel de sus tareas vivió ese amor entregado a Dios y a los hombres. La entrega cotidiana en la sencilla realidad en la que el Señor nos introduce cada día es la verdadera prueba del algodón que no engaña.
Me comentaba una persona hace poco, cómo había esperado durante muchos años que su vida iba a cambiar con un golpe de suerte que le llegaría a través de un premio de loterías. Ese premio no llegaba y mientras, la vida pasaba. Esperando lo que no llega, lo que nadie nos ha prometido, la vida se convierte en un proyecto nuestro que genera ansiedad, frustración, tristeza…Buscamos muchas veces nuestra plenitud en cosas que no lo pueden dar, en sueños que nos sacan de la realidad y eso no produce otra cosa que frustración.¿Qué buscaba S. Isidro? El cumplimiento de la voluntad de Dios, porque sabía que eso es lo que al hombre le lleva a una auténtica “realización”.
Se nos olvida que sobre esta vida que hemos recibido gratuitamente, hay un proyecto de amor que Dios ha trazado para cada uno y que ese plan coincide con la verdadera realización de nuestra persona. Descubrir ese “querer” de Dios es todo un reto, un camino en el que hemos de contar con su ayuda. Así la persona va descubriendo que su vida no es fruto de un azar caprichoso sino de un amor que sigue amando, esperando… Cuando esto no se entiende así, la persona ya no vive de la Fe, sino que se lanza (muchas veces sin darse cuenta) a la superstición; cartas, adivinos, suerte,lectura de aura, tocar madera…con la esclavitud que esto produce.
Hoy le pedimos al Señor que no nos empeñemos en nuestros proyectos si no coinciden con el suyo, porque como rezamos en una oración colecta del año; “en el amarte a Ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero”.
Os mando un comentario precioso de nuestro San Agustín sobre la verdadera “novedad” de la vida. Lo viejo, lo que ya hemos probado y no nos vale, habremos de dejarlo atrás…probemos a “cantar”, a vivir la nueva realidad que el Señor nos propone.
Deciros también que este próximo domingo, celebración del Taral de la Virgen (cuando subimos con ella a su Ermita para que pase allí todo el verano y que este año se ha suprimido), retransmitiremos la Santa Misa a las 12 del mediodía desde su Capilla en la Parroquia. Me dicen que sería bueno para una mejor transmisión que logremos entre todos 1000 suscripciones al canal que ahora os enlazo. Os recuerdo que no se puede asistir presencialmente a esta Misa.
Un cordial saludo y bendición.+
“Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.” (Jn, 15,11)
Buen día.
Hoy nos encontramos en el Evangelio esta palabra del Señor, tan pertinente para nosotros en todo tiempo. Una llamada que tiene que ver con lo que más deseamos, con esa ALEGRÍA que nos gustaría mantener en todo momento. Ahí está el reto.
Pero, ¿de qué nos ha hablado el Señor previamente?¿qué es”esto” que nos ha dicho?…”Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.”
Jesús une la alegría que deseamos a permanecer en el amor que el Padre le tiene. Y permanecer en ese amor, lo une a guardar sus mandamientos. Es una cadena que no podemos cortar.
A un atleta profesional no se le puede hablar de los laureles de victoria que quiere conseguir, sin hablarle también del trabajo necesario de preparación que requiere entrenamiento y disciplina (de otra manera le engañaríamos). También quien hace un régimen alimenticio por salud, sabe de privaciones por un bien mayor que no se puede alcanzar de otro modo.
A los cristianos se nos olvida aquello que el Señor nos pide, por nuestro bien, y que supone un “trabajo” sobre nuestra persona que no estamos siempre dispuestos a realizar…eso sí, al premio se apunta hasta el último en llegar. Los mandamientos son guías claras para una vida recta, ordenada, feliz… que nos indican el modo de no dejarnos llevar fácilmente por lo que nos parece o por lo que la naturaleza reclama en cada momento. Los mandamientos nos educan con suavidad en el camino de la Vida, para salir de nuestro egoísmo y vivir en el amor de Dios.
Hoy nos plegamos con una asombrosa condescendencia a lo que el mundo manda, es curioso. Y encima, nos hacen creer que así somos más libres, más “realizados”, más guapos, estamos más seguros…se han “cambiado” los Mandamientos de Vida que nos da el Señor por otros que son claramente relativos. Y así nos va.
Escuchemos al Señor con atención y veamos a qué nos llama personalmente esta palabra, quizás descubramos con asombro que no participamos de esa alegría de la que nos habla porque hemos vuelto nuestro corazón y nuestra mirada a otra parte, fuera de Él.
Acordaos de la Jornada de Oración y ayuno a la que el Papa nos ha convocado hoy. Os mando hoy un texto precioso del biógrafo de San Francisco de Asís, Celano.
Con todo afecto y bendición.+
13 de mayo, día de la Virgen de Fátima
Buen día.
“El trece de mayo la Virgen María, bajó de los cielos a Cova de Iría…Ave, Ave….”
Así amanecemos este día de la Virgen de Fátima, con el deseo de que aquel mensaje que la Virgen dio a los tres pastorcitos, Jacinta, Francisco y Lucía, nos alcance hoy con toda fuerza.
Aquel mensaje todavía poco conocido hablaba de la oración por la conversión de los pecadores, de la conversión de Rusia (por la que tantos se reían en aquel momento), hablaba de una oportunidad siempre abierta para los hombres a la hora de volver a Dios.
El Papa nos convoca a celebrar mañana una jornada de oración y ayuno, para pedir junto con todos los hombres de la tierra la ayuda ante esta pandemia (como nos dice en el video que hoy os adjunto). El cristiano tiene la conciencia de que la oración mueve montañas, y cuando esta oración se hace bien, humildemente, alcanza aquello que necesita, empezando siempre por el cambio del propio corazón.
Hoy acudimos a nuestra Madre para suplicar la Gracia de una vida unida a Dios, como hoy Jesús nos invita en el Evangelio, para que podamos dar fruto. Igual que el sarmiento que no puede separarse de la vid, el cristiano ha de estar íntimamente unido al Señor, para que nuestra vida y nuestras obras hablen de aquello que tenemos verdaderamente en nuestro corazón.
A todos desearos un feliz día de la Virgen de Fátima, que hoy no nos falte el rezo del Rosario, como ella lo pidió, y si es en familia muchísimo mejor. En esta cuarta jornada de entrega de alimentos en la Casa de Misericordia de San José, os pido que encomendéis especialmente a todas las familias que peor lo están pasando en estos momentos.
Con todo afecto y bendición.+
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El texto para la reflexión de hoy es del beato Juan Taulero.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo
Buen día.
Hoy Jesús en el Evangelio nos da la paz y a su vez nos avisa que no es la paz del mundo: “la paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo.” (Jn 14,28).
Para muchos cristianos el significado de la paz se queda reducido al mero no tener guerra, no tener conflictos… con lo que el sentido de aquello que Jesucristo nos dice queda mermado.
La Paz es propiamente el don de Cristo resucitado, vencedor del pecado y de la muerte, que nos hace participar de la alegría de Su victoria. Esa Victoria que es fruto de la lucha contra el enemigo de la naturaleza humana, del diablo, que ha sido vencido por Jesucristo. Esa paz no es por tanto la de una vida en calma, o la paz de los cementerios. Es la que se experimenta después de dar la batalla contra el mal. Un cristiano no puede quedar nunca ajeno al mal de este mundo, sea de la naturaleza que sea; social, moral, físico, institucional, …
Existe la tentación de creer, como piensan algunos, que los cristianos estamos en el mundo paseando entre las flores del campo y mirando al cielo como auténticos lunáticos o aficionados a lo “espiritual”. Otros piensan que somos gente que se desentiende de las cosas de este mundo porque aspiramos a las cosas del cielo, como un cuento que ha emborrachado y anestesiado nuestra vida.
Más aún, se espera que la respuesta de los cristianos socialmente sea nula, no demos guerra, no denunciemos el mal, la mentira, el pecado que destruye al hombre. Eso sí, se nos aplaude que atendamos a los pobres, que socorramos a los necesitados, enfermos, personas vulnerables, ancianos… pero que no expresemos ni una palabra acerca de cuestiones que se salgan de este marco. Se repite mucho el mantra de que la Iglesia no se debe meter en política… ¿no? La política es aquello que tiene que ver con la vida de la polis, de la ciudad, y eso a los cristianos nos incumbe muchísimo. Como miembros de la sociedad civil hemos de saber dar una respuesta ante los retos que se plantean y los interrogantes que el hombre sigue haciéndose. No podemos permanecer al margen. Otra cosa es entrar en el juego político de quien ha hecho de la política una forma de vida, en ocasiones no orientada al bien común, de la que se sirven sin ningún atragantamiento para perpetuarse en ella.
Es cierto que la tentación de los totalitarios ha sido no escuchar una sola palabra que les contradiga, y aunque se vistan de modernos, o incluso de demócratas, no pueden soportar que la Iglesia, que los cristianos opinemos sobre temas como el aborto, la eutanasia, la hipoteca social, la ideología de genero… En el “ora et labora” hemos encontrado una provocación a trasformar el mundo… y lo haremos hasta el final de los tiempos. No se nos olvide que hasta el día de hoy, ningún régimen ha aguantado el paso del tiempo, pero todos se creen imprescindibles e irreemplazables… ya despertarán.
Pidamos hoy al Señor la conciencia de esa Paz, y como sigue diciendo Jesús; “que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde”. Seamos en medio de este mundo auténticos instrumentos de Paz.
Con todo afecto y bendición.+
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El texto para la reflexion de hoy es de San Columbano, monje irlandés fundador de monasterios en Francia (563-615).
No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria
Buen día.
“No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria.” Salmo 113.
Así nos invita el salmo 113 a orar en el marco de la lectura de los Hechos de los Apóstoles (Hch.14,5-18) que hoy se proclama en la Misa, cuando Pablo y Bernabé predican en Listra encontrando a un lisiado, cojo de nacimiento, “que nunca había podido andar”. Cuando por la acción del Espíritu Santo y la autoridad de Pablo éste se pone en pié y anda, los habitantes de Listra los confunden con dioses… algo que los apóstoles no admiten de ninguna forma.
No a nosotros Señor… ese modo de no “robar” la Gloria que sólo a Dios le corresponde, es la manera en la que la civilización cristiana ha aprendido a vivir y a trabajar. Lo vemos desde los pequeños oficios como los orfebres, que dejaban sus mejores obras, las más delicadamente talladas para el interior de los sagrarios (donde era claro que no se trabajaba para el aplauso del mundo). Una obra bien hecha al modo evangélico de no enterarse la mano izquierda lo que ha hecho la derecha… y así tantos otros.
Hoy os invito a ver un fragmento del final de la magnífica película de Enrique V, adaptación de una obra de Shakespeare, protagonizada por Kenneth Branagh. Es el momento final de una durísima batalla, donde después de la victoria final, dan gracias (Cantan: Non nobis, Domine, non nobis. Sed Nomini Tuo Da Gloriam “No a nosotros, Señor, no a nosotros. Sino a Tu nombre sea dada la gloria”) Hoy a algún alma más “sensible” le horrorizará el espectáculo sangriento que se ve, es el siglo XV, y por tanto el modo y manera de defenderse a uno mismo, a su familia y a su patria que tenían entonces. Pero también era la manera en la que se expresaba la grandeza de luchar por ideales más altos, de forma conjunta, arriesgando la propia vida por el bien común y no sólo por preservar lo propio. Y al frente de la batalla, arriesgando su propia vida, animando con su presencia y ejemplo…los dirigentes (en ese caso el Rey).
Dios nos conceda, con otros medios, luchar juntos por ese bien común, arriesgando si es necesario la propia vida y fortuna, para que podamos entender la grandeza de la vida que se nos ha dado… “No hay amor más grande que entregar la vida por los amigos”(Jn15,13). Quien entiende esta dinámica, tendrá una vida “pacífica” en medio de las luchas de este mundo. Miremos qué podemos hacer hoy para que nuestra vida se haga verdaderamente grande.
Con todo afecto y bendición+
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Para un corte de la escena de la película podeis buscar en Internet: “non nobis domine henry v” y encontrareís multitud de referencias.
El texto para la reflexión de hoy es de San Irineo de Lyon.
Domingo, 10 de mayo del 2020
Buen Domingo!!!
“Este es el día que hizo el Señor, este es el día en que Cristo triunfó” cantamos en un himno. Hoy es el día del Señor, el día de la nueva Creación, donde el Señor hace nuevas todas las cosas.
Por eso el Domingo para nosotros es el comienzo de la semana, es la celebración que nos recuerda quienes somos, la fiesta de donde tomamos fuerza e impulso para los trabajos de la vida.
Es cierto que en estas últimas décadas el sentido del Domingo se ha ido desvirtuando, se ha “secularizado” no por casualidad, se ha convertido en un día de ocio… pero no de descanso propiamente dicho. Nosotros tendríamos que preguntarnos ¿Cómo descansamos? ¿Simplemente no haciendo nada o haciendo lo que nos apetece? Pues parece que la Escritura y la Tradición de la Iglesia no nos señala ese camino.
El descanso, del que nos hace referencia la Escritura, no es la inactividad, sino la contemplación. Esta es una”actividad” que nos introduce en el verdadero sentido y valor de la persona y de las cosas. Es esa oportunidad en la que reconociendo a “Aquel” que sostiene todo lo creado, le damos gracias por ello y le pedimos luz para caminar rectamente en el amor.
Por eso los primeros cristianos decían con toda claridad que no podían “vivir” sin el domingo. Ese “vivir” no es el simple existir, que en eso nos asemejamos al resto de la Creación, sino la oportunidad de “gustar y ver qué bueno es el Señor”, de escuchar Su Palabra y de participar del Banquete eucarístico. De esta manera los cristianos, como tantas veces nos recuerda el Papa, caminamos juntos, como Cuerpo de Cristo y recibimos de la Mesa del Maestro la Palabra que cambia la vida y el Alimento que la fortalece para el bien obrar.
Que no nos falte el Domingo, que podamos recuperar el verdadero sentido de este día en el que celebramos lo más grande: la Resurrección de Cristo. Hay tiempo para todo, hay días en la semana, hay horas en el día… pero el Domingo es especialmente el Día del Señor. Perder el sentido de este descanso es entrar en el vertiginoso ritmo de una vida que deshumaniza…y estos días lo hemos podido reconocer con el “nuevo” ritmo que hemos tenido.
Tiempo para Dios y tiempo para todos y todo. Recuperemos el orden y disfrutemos de ello.
Hoy os mando un texto de Santa Teresa de Calcuta, con todo afecto y bendición+
Sábado 9 de mayo del 2020
Buen día.
En este sábado del mes de mayo, comenzamos elevando nuestra mirada al cielo, a través de María y decimos; “Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco del todo a tí y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día: mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón. En una palabra, todo mi ser. Ya que soy TODO TUYO…”
A punto de celebrar dentro de unos días el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II, nos acordamos de ese lema de su Pontificado: TOTUS TUUS. Todo tuyo soy, oh María. Se expresa de esa forma la saludable devoción a la Virgen, que no consiste en ensartar oraciones una tras otra, sino en configurar nuestro corazón al de María. Aprender de ella el modo de relación con el Señor, la necesidad de la escucha de la Palabra de Dios, el servicio entregado y discreto a quien lo necesita, la alegría característica de quien vive en Dios, la esperanza que sostiene hasta en los momentos más difíciles… María es la verdadera escuela de los discípulos de Cristo.
Ella también nos ayuda a guardar en el corazón la certeza de la Resurrección, la victoria definitiva de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte. De esa victoria nace la profunda esperanza de la Iglesia sobre cada hombre…”nada podrá apartarnos del amor de Dios”. No se nos olvide que el amor siempre vence, siempre, siempre.
Nos cuesta entender eso de que el amor siempre vence, porque nuestro amor es limitado, frágil, necesita ser sostenido, alimentado, corregido…pero el amor de Dios es ETERNO, no tiene límites, no se contradice. Le pedimos hoy a María que nos ayude y enseñe a acudir a ese amor que todo lo puede.
Queridos todos, hoy os envío un precioso texto de San Bernardo, uno de los autores que más y mejor han escrito de María. Y también os mando la nueva alerta de caridad, tendremos nueva entrega de alimentos (llegaremos a 140 familias) el próximo miércoles 13 de mayo (fiesta de la Virgen de Fátima)
Encomendándome hoy especialmente a vuestra oración os envío un cordial abrazo con todo afecto y bendición+
Viernes, 8 de mayo del 2020
Buen día.
Hoy Jesús en el Evangelio nos dice;”no se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí”. El Señor nos propone ante la inquietud de la vida, ante la turbación que nos provoca la realidad de la enfermedad y de la muerte, ante las inseguridades (sanitarias, laborales, económicas, sociales…) que nos asaltan…la CONFIANZA.
Esta palabra es preciosa; confianza. Más aún, nos encanta su realidad cuando por ejemplo experimentamos que alguien confía en nosotros, de igual manera que nos disgusta profundamente lo contrario. La confianza es una actitud que se produce en un ámbito de amor, de afecto sincero, de “creer” en el otro y en el bien que quiere para mi vida.
Frente a la confianza nos encontramos la sospecha, gran enemiga de las relaciones. Cuando entra en el ámbito de una amistad, de un matrimonio, de una familia… hace estragos. Introduce un dato (muchas veces un prejuicio, una interpretación no contrastada) que nos posiciona ante el otro como si fuese “enemigo”. De esta manera no se puede avanzar en la relación, sea del tipo que sea.
Hemos sido bien creados, en nosotros hay una disposición a la confianza, más aún, sin ella moriríamos. ¿Os imagináis a un niño que sospeche de sus padres, de la comida que le ponen, de los cuidados que le dispensan…? Terminaría enfermando. La desconfianza, la sospecha, dañan profundamente el alma humana, la enferman.
Pero cuando esto se produce con Dios, tiene unas consecuencias todavía más graves porque pone en duda el sentido propio de la vida. Es verdad que desconfiar de Dios es ante todo signo de desconocimiento, sólo nuestra ignorancia y limitación (que en mi caso no es pequeña) nos hacen no confiar en Él.
Pidamos hoy al Señor el preciado DON de la fe, que nos ayude a crecer en el conocimiento amoroso de Dios y por tanto nos permita un crecimiento humano y espiritual a la altura del “hombre” que Dios ha formado, que ha modelado en cada uno de nosotros y que tiene, poco a poco, que llegar a su plenitud (madurar). La confianza es hija de la fe.
Os mando un texto precioso de San Ambrosio, obispo de Milán, gracias al cual San Agustín se convirtió, recibiendo de él el sagrado Bautismo.
Con todo afecto y bendición.+
Primer jueves de mayo
Buen día!!!
Hoy es primer jueves de mes y aparte de ser un día eucarístico, pedimos especialmente para que Dios bendiga a la Iglesia con numerosos y santos sacerdotes.
En las pobres manos de un sacerdote recae la inmensa Gracia de administrar los Sacramentos que dan la Vida al hombre. Los monjes cartujos hacen la siguiente petición; “Oh Dios, concede santidad a tus sacerdotes para que tu pueblo se alegre contigo”. La alegría mayor para el hombre en este mundo es la comunión con Dios, la amistad con Él, no se nos olvide. Sin esa relación fundamental el hombre no se entiende a sí mismo, no sabe cuál es el sentido de su vida.
De ahí que la misión de los sacerdotes sea favorecer esa relación, hacer de “puentes” entre Dios y los hombres, acercar la Palabra de Dios para que incida en la vida, conceder el perdón que reconstruye la persona y por tanto también la familia y la sociedad. Acercar los hombres a Dios es un claro bien social, no sólo espiritual. Una sociedad sin alma, se corrompe, se destruye a sí misma como hemos visto en tantos ejemplos de la Historia. Los grandes déspotas han querido siempre en primer lugar separar a los hombres del bien de la virtud de la religión, de esa manera podían manipular mejor al pueblo.
Y fundamentalmente, un sacerdote ha sido ordenado para la celebración de la Santa Misa. En ella está recogida la oración más completa que se puede hacer; se da gracias, se pide perdón, se alaba, se bendice, se adora, se intercede… se escucha con profundo silencio de corazón, para poder entrar en diálogo con Dios. Este es por tanto el sacramento al que el “enemigo” ataca más, no lo soporta.
Es tal la grandeza del sacerdocio, es tan grande el ministerio a realizar, es tan potente su ejercicio… y tan pobres los hombres llamados a ello, que por eso la Iglesia pide que se rece mucho por los sacerdotes. Dice la Escritura, “heriré al pastor y se dispersarán las ovejas”, esa es la realidad de lo que se produce cuando un sacerdote “cae”.
Por eso hoy os ruego que pidáis mucho por nosotros, pobres siervos, para que ejerzamos santamente el ministerio que se nos ha confiado.
Con todo afecto y bendición+
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Hoy un texto de San Pío de Pietrelcina, capuchino italiano.
Miercoles, 6 de mayo del 2020
Buen día.
Esta mañana al celebrar la Misa, me han resonado especialmente estas palabras del Señor: “Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.”(Jn 12, 46)
En términos de la física dicen que la oscuridad no existe como tal, se trata de ausencia de luz. En la vida de la Fe, podríamos aventurarnos a decir algo parecido, la oscuridad, las tinieblas (signo o fruto del pecado) no tienen entidad. Lo que importa en la vida de Gracia es Cristo, no el pecado. La realidad del mal, de esa oscuridad, tiene la fuerza que nosotros le permitimos. Por eso nos dice San Pablo; ” venced el mal a fuerza de bien”.
Dice San Agustín comentando este versículo; “la oscuridad no es otra cosa que apartarse de Cristo”. Y esta es la experiencia de muchos de nosotros. La cercanía a Dios nos permite “ver” con ojos nuevos la realidad de nuestra propia vida.
Cristo entra en la vida de los hombres como en la de Zaqueo, la samaritana o el ciego de nacimiento, haciéndonos pasar de una vida a Otra. De un vivir en nosotros, para nosotros, por nosotros…a un vivir agradecidos por lo que somos y tenemos, a un asombro agradecido que se despierta vitalmente cuando nos encontramos realmente con Él en nuestra vida, en la vida de la Iglesia. Ese paso (Pascua) que supone salir de la esclavitud de Egipto, de la oscuridad del mal, de las tinieblas del error…a la Tierra Prometida, a la luz de la Gracia, al resplandor de la Verdad.
Esta luz que es Cristo, nos permite por tanto reconocer que no “todo vale”, que hay cosas que no son verdaderas y destruyen la vida del hombre, de la familia y de la sociedad. Es la luz que nos permite en el día a día poder discernir qué es lo que Dios quiere de nosotros. Sin esta luz, el hombre se queda como un niño asustado en la noche, paralizado por el miedo, amenazado por lo que no ve, inseguro ante lo “incierto” de la vida (como esta pandemia).
Pidamos la luz de la Fe, sigamos como Buen Pastor a Jesucristo que no nos va a dejar solos ni perdidos en medio de este mundo. El es luz sin tiniebla alguna. Digamos con el salmo y repitámoslo durante este día con toda confianza; “El Señor es mi luz y mi salvación, el Señor es la defensa de mi vida. Si el Señor es mi luz, ¿a quién temeré? ¿quién me hará temblar?
Feliz miércoles a todos. Con todo afecto y bendición+
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Para la reflexión un texto de San Pablo VI
Martes, 5 de mayo del 2020
Buen día.
Hoy Jesús nos dice en el Evangelio: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna”.
Reconocer a Jesucristo como nuestro Buen Pastor, implica un dejarle guiarnos en la vida. Esto para el hombre de la “modernidad” es inadmisible, porque ya ha hecho firme declaración de que es independiente y libre de toda “atadura” religiosa. Más aún se cree original en el planteamiento de sus principios u objeciones, para no seguir a Jesucristo en la vida de la Iglesia (que es donde todos nosotros lo hemos conocido y recibido).
Me resulta curioso ver como casi todos los “ataques” a la Fe, las posturas distantes hacia la Iglesia, las objeciones que muchos hacen suyas…son pasito a pasito las mismas que se orquestan y anuncian en los medios que el mundo (el otro pastor) aplaude. ¿Originales? ¿Posturas personales?…Puede ser en el caso de algunos más reflexivos, pero me resulta curioso que las personas asuman como originales las posiciones de una mentalidad nacida claramente de una ingeniería social bien preparada y mejor difundida. Frente al Credo de la Iglesia, hoy nos encontramos otro credo al que muchos, incluso sin darse cuenta, ya están apuntados.
Esto sucede, por ejemplo, con la posición que muchas personas han asumido frente al aborto, la eutanasia…ya ha dejado de haber una claridad de pensamiento y de principios en torno a la vida humana y se asumen (con mucha propaganda preparada) los postulados de una supuesta compasión. Por cierto, una compasión movida por un sentimentalismo irreflexivo que no se distancia mucho de las prácticas totalitarias del nazismo y del comunismo (que sabían justificarlo todo muy bien). Es curioso, pero muchos “buenos” tampoco hablaban en aquellos momentos, admitiendo lo que parecía que tenía que ser así (consintiendo con el mal). A toro pasado hoy muchos critican aquello, pero no “ven” lo de ahora.
Sólo cuando Jesucristo es nuestro Buen Pastor, y por tanto recibimos de El la vida eterna, podemos permanecer en pié (como hicieron los mártires), defendiendo el derecho de Dios y de los hombres, frente a la pretensión de una imposición de mentalidad única y totalitaria.
Yo hoy quiero pedir al Señor seguirle como mi Buen Pastor, escuchar Su voz y recibir de Él esa Vida que vence el temor y la muerte.
Os adjunto hoy el testimonio de María Ochoa, mi jefa de grupo de la Hospitalidad de Lourdes, enfermera en una residencia de ancianos.
Y también una foto de nuestra Patrona, hecha hoy.
A todos desearos un feliz martes. Con todo afecto y bendición+
Lunes 4 de mayo del 2020
Buen día.
El eco de la fiesta del Buen Pastor sigue resonando en este lunes de Pascua. Jesús nos dice algo que provoca nuestra atención y reflexión.
“Nadie me quita la vida, sino que yo la entrego libremente” (Jn 10, 18). Esta libertad de Cristo señala el verdadero ejercicio de nuestra libertad, que no consiste en hacer lo que nos viene en gana (paradigma de muchos y mentira de este mundo), sino aquello que hace más verdadera la vida. Todo lo que no conduce al crecimiento integral de la vida no sólo no nos hace más libres, sino que nos esclaviza.
El verdadero significado de la libertad no está en la mera capacidad de hacer una cosa u otra sino en el ejercicio de amar, de entregar la vida (esto en definitiva nos distingue del resto de los animales). Sólo cuando uno puede entregar la vida es verdaderamente “dueño” de ella. Lo mismo que nos pasa con las cosas. Creemos muchas veces que por tener más, somos más, incluso más libres. Oíd bien, oíd cómo ante esto se ríe toda la Creación, los pájaros, las plantas, el aire, los cielos…¿Qué posee verdaderamente el hombre en esta vida? ¿Qué es aquello auténticamente nuestro? Pues yo diría que la experiencia de estos días nos hace ver que lo nuestro, nuestro…es nuestro miedo a perder lo que creíamos nuestro (vida, personas queridas, bienes…)
Decía la Madre Teresa de Calcuta que el hombre en este mundo sólo posee lo que da. Porque lo que no damos, o no podemos dar, no lo poseemos, más bien nos posee eso a nosotros. Toda una paradoja, pero verdad grande como un castillo.
Ojalá podamos decir, como Jesús en el Evangelio de hoy, que yo entrego la vida libremente. Ojalá lo digamos a través de esas pequeñas cosas que hacen grande la vida, pequeños y silenciosos gestos domésticos de servicio a los “prójimos”. Y además que sea un servicio gratuito, sin llevar cuenta de lo que hacemos, con la alegría distintiva de quien ama. El que ama así no necesita recompensa ni aplauso… ya lo tiene todo, es feliz y libre por amar.
Que paséis un feliz y bendecido lunes.+
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Texto de Santo Tomás de Aquino sobre el buen pastor para la reflexión de hoy.
Feliz Domingo del Buen Pastor
Este cuarto domingo de Pascua nos lleva a la consideración de Cristo como ese Buen Pastor que da la vida por las ovejas, las conoce a cada una por su nombre, las apacienta, las busca cuando se pierden, las defiende de los peligros y las da la vida eterna.
A nuestra memoria y a nuestro corazón viene ahora ese salmo tan conocido por todos, quizás poco meditado…”el Señor es mi Pastor, nada me falta”. Hoy os invito a que podáis rezar con este salmo 23, seguro que nos hará descansar confiadamente en la confianza en el Señor.
Contemplar cómo el Señor nos cuida, acompaña, guía, busca…pero sobretodo cómo nos conoce y nos ama, nos llena el corazón de ese reposo y alegría que, en estos momentos inciertos, todos necesitamos. No se nos pierda esta imagen que puede ser acompañada por la meditación de otro salmo, el 138; “Señor, Tú me sondeas y me conoces…me estrechas por detrás y por delante…todas mis sendas te son familiares”.
Muchos celebráis hoy también el día de la madre. Espero que sea una ocasión para poder en primer lugar dar gracias a Dios por ellas, por el don de sus personas, por la vida que hemos recibido de Dios por su medio, por la entrega que sólo en el cielo un día conoceremos. GRACIAS. Ojalá que todas las madres sean respetadas, honradas y cuidadas como se merecen. Dios las ha dado un puesto singularmente central en la Historia de la Salvación.
También vosotras en cierto sentido tenéis en medio de vuestra familia, junto con vuestros esposos, la “misión” del buen pastor. Acordaros que los cristianos no engendramos hijos para este mundo, sino para el cielo, y esto da fuerza y sentido para vivir esos momentos en ocasiones nada fáciles en la vida y educación de los hijos: ÁNIMO!!!
Os envío un texto de San Gregorio Magno, verdaderamente” magnífico, paladearlo con gusto.
Por último deciros que para los que necesitéis tenemos mascarillas estupendas y lavables en sacristía…hasta final de existencias.
Un abrazo fuerte, feliz domingo y bendición+
Sabado 2 de mayo del 2020
Buen día.
Uno de los sacramentos que ofrecen al hombre el vigor de la Vida en Cristo es el de la Unción de enfermos. Un sacramento de curación, de fortaleza, de consuelo, que acompaña la vida de los creyentes en el momento de la prueba, de la enfermedad y finalmente en la salida de este mundo al Padre.
Dice el apóstol Santiago; “¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados” (St 5, 14-15).
Por mi experiencia pastoral con este sacramento me doy cuenta de que hay un gran desconocimiento del mismo. No se sabe bien qué es, da respeto por lo que supone en ocasiones de proximidad a la muerte y lo que para el enfermo es un alivio enorme y un consuelo sin igual, para la familia es un trance en el que se tienen que enfrentar a una realidad que muchas veces no se quiere admitir.
La Santa Unción tiene por fin conferir una gracia especial al cristiano que experimenta las dificultades inherentes al estado de enfermedad grave o vejez, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica. Concede la salud espiritual y si conviene también la corporal.
Alguno de vosotros podéis dar testimonio claro de esto que digo, pues bien lo habéis vivido en primera persona o en la de un familiar cercano. Y ¡¡qué consuelo!! supone para una familia poder vivir la celebración de una Unción junto a su familiar enfermo, y si llega el caso de la muerte de esa persona ungida, la acción del Espíritu Santo se percibe potente y clara en el ánimo de todos.
Dios obra, transforma, da vida y consuelo a través de los sacramentos, que son signos eficaces de su presencia entre nosotros. Es por esto por lo que se ruega a las familias no privar a los enfermos de esta Gracia.
El drama que se está viviendo estos días en muchas residencias de ancianos, donde no se ha permitido la entrada de sacerdotes para administrar este sacramento es una barbaridad, a parte de una muy posible comisión de delito como ha respondido en carta el Defensor del Pueblo y así nos lo ha hecho llegar nuestro Cardenal.
No se puede privar a un enfermo de un derecho fundamental como éste (que recoge claramente nuestra Constitución). Y aunque alguno pueda no entenderlo, llegado el momento final hay muchas personas que prefieren tener al lado el consuelo de un sacerdote, que la maestría de un médico que ya ha hecho todo lo que podía. Esto mismo lo he oído a numerosos profesionales médicos; ” llegamos hasta donde llegamos, pero la vida es mucho más que el cuerpo”
Que nos quede en el corazón la gratitud de este sacramento que llegado el momento podrá ayudarnos a tener consuelo, paz y ánimo para afrontar o bien los sufrimientos de una enfermedad o bien la posibilidad de dar con paz la mano a Dios para volver a casa.
Feliz sábado a todos. En manos de María, salud de los enfermos. Un abrazo fuerte y bendición+
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El texto para la reflexion de hoy es de la homilía 25 sobre el evangelio de san Juan, 14-16
1 de mayo, San José Obrero
Buen día a todos.
Comenzamos hoy este mes de mayo, mes de María, con la celebración de San José Obrero. Un día para poder reflexionar en torno a la cuestión del trabajo y su significado.
Tendremos que pedir ayuda a nuestro querido San José para que podamos hacer este acercamiento librándonos de la mentalidad que nos empapa y que nos hace contemplar el trabajo no en la perspectiva del plan de Dios, sino en la de las ideologías de este mundo. Unas ideologías como el marxismo o el capitalismo, que han deformado completamente el sentido cristiano del trabajo.
Nuestra Madre la Iglesia, nos enseña que el trabajo dignifica al hombre, porque es el medio con el que Dios nos concede transformar este mundo presente. Podemos decir algo que nos puede parecer exagerado pero que tiene que ver mucho con la realidad y el querer de Dios en este sentido, y es que nos ha querido como con-creadores. La labor de cada uno de nosotros, bien hecha, tiene una importancia vital. Si es verdad que el trabajo dignifica al hombre, esto quiere decir que no se puede ni debe hacer de cualquier modo. Hay una llamada en el corazón de todo hombre para que la vida se cumpla en el desarrollo de un “trabajo” que no es sólo el profesional, sino esa actividad, sea la que sea, en la que cada uno colabora para esa transformación del mundo en orden al bien común.
Las ideologías antes citadas han hecho del trabajo un medio en ocasiones más importante que el propio hombre. La persona se ve en muchos casos abocada a un trabajo alienante, por un injusto salario la mayoría de las veces, que le hace entrar en una rueda social en la que no se ha puesto el mundo y sus “cosas” al servicio del hombre, sino que se ha logrado “esclavizar” al hombre comenzando por una distorsión de la mirada sobre su tarea y sentido en esta vida.
Hoy las personas se acostumbran a entrar en una rueda impuesta en la que por adquirir un aparente “bienestar social” que otros han diseñado diciéndote lo que no te puede faltar, dónde debes viajar, comer, divertirte, lo que has de vestir…te hacen trabajar para ese fin al modo de como estaban los israelitas en Egipto.
Plantearnos el tema del trabajo en un momento social tan crítico como el que estamos viviendo, donde muchos ven peligrar su puesto de trabajo, la manutención básica familiar y contemplan el futuro incierto que nos espera, es de vital importancia. Ojalá pudiéramos poner a la luz la maravillosa doctrina social de la Iglesia que a lo largo de estos últimos 150 años ha aportado un juicio lúcido y liberador en esta cuestión, siendo silenciada por otros intereses.
Están en juego la persona, la familia y la sociedad. Un trabajo que esté mal planteado genera un mal social, una distorsión del valor de las cosas. Lo vemos en algunas de sus consecuencias como puede ser una falta de conciliación de la vida familiar con todos los males que esto acarrea, un modo de vida en la que la persona no tiene valor por sí misma sino por aquello que el Estado de turno en cada momento decide como más eficaz o valioso, una enorme dificultad para la adquisición de vivienda digna para las nuevas generaciones imponiendo de esta manera una grave hipoteca social. Sólo una sociedad adormecida en su conciencia y anestesiada por una tranquilidad burguesa que ha perdido el sentido del bien común y el destino universal de los bienes, puede mantener sin problema un sistema tan alienante.
La Iglesia como comunidad viva, con una conciencia y consciencia social despierta, está llamada a trabajar por una transformación social en la que todos han de contar y como nos recuerda frecuentemente el Santo Padre, no se puede descartar a nadie.
Hoy permitidme que eleve mi súplica al Señor por medio de San José para que en la situación en la que se encuentra nuestra querida España, nuestros gobernantes y políticos acierten en las soluciones más oportunas para salir juntos de esta situación. El quebranto social que estamos viendo, la indignante desunión y manipulación social en la que no percibimos el trabajo conjunto por el bien común, desanima y desmoraliza a la sociedad. Es grave responsabilidad por la que todos habrán de dar cuenta. No se puede en estos momentos no buscar el bien común en la unidad, y esto vale para todos.
Mañana Dm, hablaremos de la Unción de enfermos y disfrutad de un poético texto de San Efrén que os mando.
Feliz día de San José a todos. Con todo afecto y bendición.+
30 de abril celebramos la memoria de San Pío V
Buen día.
Hoy día 30 de abril celebramos la memoria de San Pío V. El recuerdo de este gran pontífice del siglo XVI está unido a una serie de acontecimientos que nos interesan muchísimo.
La grandeza del Papa se debió en gran parte, a la veneración que el pueblo le profesaba por su santidad; su oración era fervorosa y frecuentemente visitaba los hospitales y asistía personalmente a los enfermos. Sin embargo, durante su pontificado, el Papa tuvo que enfrentar dos grandes amenazas: la difusión del protestantismo y las invasiones de los turcos, frente a lo cual trabajó incansablemente. A él se debe la aplicación de uno de los Concilios “grandes” de la Historia de la Iglesia, el de Trento, que supuso un gran cambio para la vida de la Iglesia teniendo que afrontar los grandes retos de esa época.
Una de las páginas singulares en su vida está unida a la batalla de Lepanto y curiosamente a la devoción del santo Rosario. En aquella contienda naval, una de las más importantes de la historia, ante el peligro de una total invasión turca de Europa, las tropas cristianas se lanzaron a defender la posición en el mediterráneo y con ello la preservación de la vida y cultura cristiana en Europa. Estábamos ante una gran amenaza. La desigualdad de las naves era tremenda, la superioridad turca asustaba. Todas las naves cristianas llevaban capellanes que animaron a rezar el rosario a toda la tripulación, invocando la protección de la Santísima Virgen ante lo que se asomaba como un fracaso estrepitoso (allí estaba entre otros nuestro univesral Miguel de Cervantes).
En ese día, recogido el testimonio por su secretario, el Santo Padre en Roma dio especiales gracias a Dios por la Victoria que se había producido, cuando nadie tenía noticia de ella. Era imposible saberlo. De hecho la noticia llegó a Roma semanas más tarde, cuando el asombro llenó a toda la Curia Vaticana al recordar la expresión del Papa en aquel 7 de octubre de 1571. De ahí que San Pío V instituyera la fiesta de la Virgen del Rosario en ese día como conmemoración universal para toda la Iglesia y así seguimos celebrándola.
Hoy nosotros queremos acercarnos al mes de mayo que mañana, Dm comenzaremos, con la conciencia del poder que tiene la mediación de la Virgen María en nuestras vidas. Preparémonos para acercarnos a ella con amor filial, con confianza firme, con humildad destacada. Acudamos a María como nos invita el Papa Francisco en la carta que os enlazo. Que este mes de mayo nos ayude personal y familiarmente a pedir esa “victoria” del Señor frente a los enemigos del alma, no se nos olvide que la vida cristiana es siempre un combate, no se nos olvide. Todos tenemos batallas particulares que librar, con las armas de la fe. Por eso queremos estar despiertos para que en nosotros siempre venza el bien, el amor de Dios y todo lo que de ese amor se deriva personal y socialmente. Esta tarde os mandaré un reflejo de la intensísima jornada de ayer en la Casa de Misericordia.
Un fuerte abrazo y bendición.+
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El texto para la reflexion de hoy es en Sermon 45 de San Pedro Damián, ermitaño y después obispo, es doctor de la Iglesia (1007-1072).
Miércoles, 29 de abril del 2020
Buen día.
Ayer hablamos de la necesidad de esa concreción con la que Jesucristo acompaña nuestra vida. Si leemos atentamente los evangelios nos damos cuenta que hay en ellos un sinfín de encuentros. Jesús se hace el encontradizo con los primeros discípulos, con la samaritana, con el ciego Bartimeo, con los leprosos, con Lázaro, Marta y María, con la hemorroísa..se trata de un encuentro humano, real, concreto.
Un encuentro humano en el que Dios interviene, como sigue pasando hoy. Es así de sencilla la dinámica de la Fe, no hacen falta “encuentros en la tercera fase”, ni revelaciones extraordinarias, ni pensamientos altísimos o “megaespirituales”. El Señor acontece en la cotidianidad de nuestra realidad. Y si no le vemos, no es porque no esté, sino porque quizás estamos como el ciego del camino, y como dice el dicho; no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Estemos atentos a lo que expresa el sacramento (signo visible y eficaz de la presencia de Cristo). Cuando uno se confiesa bien, lo que ha tenido que reconocer antes es el inmenso amor de Dios por mí, no se puede hacer bien una confesión que no parta de la luz que nos da lo mucho que Dios nos ama.
Nos dice el Magisterio de la Iglesia, que en la confesión se nos devuelve la inocencia bautismal. ¿Y qué es esa inocencia? Nos acordamos de la conversación de Jesús con Nicodemo cuando el Señor le dice que hay que nacer de nuevo, del agua y del espíritu. La inocencia bautismal tiene que ver con ese poder recuperar la mirada de Jesús en nuestras vidas, ese modo de mirar que no está atravesado por el mal, que no es sospechoso ante la realidad, que no condena…y que nos hace intuir que es posible vivir en el amor de Dios.
Esa inocencia, ese bien que necesitamos tener en nuestro interior y poder expresar al exterior, nace de la transformación que se obra por medio del sacramento. Al confesar nuestros pecados, estamos sacándolos de nuestro interior, estamos echando al enemigo que se ha colado en casa, estamos limpiando de aquello que no queremos ver ni en nosotros ni en los nuestros.
Hablando el otro día con una persona, comentábamos cómo realmente el acontecimiento de la Pascua de Resurrección se vive y celebra especialmente en la Eucaristía, pero es verdad que de un modo vivencial la confesión nos hace “sentir” la potencia de la Resurrección de Cristo. Aquello que se dice la noche de Pascua, ese paso de la esclavitud de Egipto (signo del poder y dominación del mal) a la libertad prometida , ese paso de las tinieblas del pecado a la luz de la Gracia, ese paso del error del pecado a la libertad de los hijos de Dios. Quizás como sacerdote sea la confesión una de las experiencias más conmovedoras en las que más veces he visto esa transformación que Dios hace en las personas.
Entender la potencia de este sacramento nos ayuda a ntuir por qué está tan afectado por la dejadez (cualquier cosa parece más urgente e importante), la pereza (para el mal nunca hay pereza), la autogestión (yo me confieso a solas con Dios). Está claro que al enemigo de la naturaleza humana NO le interesa que te confieses, que abandones el pecado por leve que sea. Por eso, ¡¡¡despierta el alma y haz CONCRETA y viva tu relación con Jesucristo!!! Dios mediante, mañana seguimos.
Ahora nos vamos a entregar los alimentos, hoy a mas de 135 familias…pidamos.
Con todo afecto y bendición.+
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El texto de hoy es una parte de la homilía de San Juan Pablo II en París el 30 de mayo de 1980
Martes, 28 de abril del 2020
Buen día.
En nuestro confinamiento, se nos permite hoy reflexionar a cerca de uno de los sacramentos más “conflictivos”; la reconciliación o perdón de los pecados.
El otro día tuve la oportunidad de tener una preciosa conversación con dos miembros de Protección Civil que pasaron por la parroquia. Como el templo está todos los días abierto (9/12 y 18/21), pudimos entablar un diálogo en el que fueron saliendo unos cuantos temas. Pero llegó “eso” de la confesión…. “bufff, decía uno, yo eso no lo entiendo, me confieso a solas con Dios”. ¿Por qué tiene que confesarse uno con un cura que en definitiva es un hombre también?
Os imagináis que no era fácil comenzar la respuesta, pero en ese momento me vino a la cabeza algo de lo que acabábamos de hablar; la dureza en estos momentos para muchas familias de no poder estar con sus enfermos o despedir y velar a sus difuntos. Habíamos hablado de algo que descubrimos como esencial en nuestra vida, la necesidad de los otros, la importancia de un amor concreto, tangible. Pues bien, me lancé a contestar por ahí.
El sacramento de la confesión es la oportunidad de recibir de modo concreto y tangible el perdón de Dios. Es la manera en la que uno deja de hacerse trampas en el solitario y abre su conciencia ante Dios y ante la Iglesia (Cuerpo Místico de Cristo). Dejas de autogestionar “tu conciencia”, que por cierto no es el último referente, porque uno se puede engañar a sí mismo, y no ponerse ante la Verdad revelada por Jesucristo (si no ante lo que a mí me parece/gusta/cuadra). El último referente es la Verdad, es el Amor que se ha hecho entrega.
De esta manera, una buena confesión, es una de las experiencias más liberadoras para la persona. Es poder vivir la experiencia de un Amor que te abraza en tu propia pobreza y miserias. Es el gozo de no permitir que el mal tenga la última palabra en tu vida y dejar que la mirada de Cristo te reconcilie.
Pensad por un momento en algo que hemos vivido días atrás. Los amigos de Jesús, Pedro y Judas, le traicionan en el momento más difícil. Pero hay una diferencia grande entre ellos, Pedro se deja encontrar por la mirada de Cristo y experimenta en ese encuentro la bondad y el amor de Dios que como dice la Escritura es más fuerte que el pecado y que la muerte. Judas sin embargo evita encontrarse con Jesús y la vergüenza que siente le lleva a la desesperanza, a no perdonarse y a terminar trágicamente.
Hoy pedimos al Señor la Gracia para decidir humildemente como Pedro, dejarnos encontrar con el Señor y ver que nuestra vida es siempre preciosa ante los ojos de Dios. Y si algo reconocemos que no es “precioso”, tenemos la gran oportunidad de permitirLe cambiar ese mal en bien. Este es el genio del catolicismo, que cree firmemente en esa transformación que Dios puede hacer en todo hombre, si se deja hacer. De todas maneras mañana, Dm, seguiremos con este sacramento que da para mucho.
Os envío un precioso texto de nuestro San Agustín… gustadlo.
Con todo afecto y bendición+
Lunes, 27 de abril del 2020
Siguiendo con lo que comentábamos ayer, hoy vamos a entrar en ese sacramento que nos dispone a celebrar la Eucaristía con mayor hondura, es el sacramento de la Confirmación. En él recibimos la plenitud del Espíritu Santo que va a realizar, si le dejamos, la obra de identificarnos interiormente con Jesucristo. Así se nos prepara para una mejor celebración de la Eucaristía.
No son pocos los adultos que en número cada vez mayor se van preparando para la recepción de este sacramento. Cómo me gustaría que escuchárais el testimonio de tantos de ellos: sorpresa, vivacidad, ardor, admiración ante lo que es verdaderamente la Fe… Esto me ha llevado a pensar a cerca de la necesidad que tiene nuestra Iglesia de un catecumenado de adultos. Hay poca formación, poco conocimiento de Dios y por tanto muy poca experiencia cristiana. Nos limitamos en muchos casos a cuidar las formas externas (vamos a Misa, nos casamos, primeras Comuniones…) sin que gustemos de verdad el don de la Fe (que supone una verdadera relación personal y comunitaria con Dios).
San Pablo nos llama con fuerza a hacer un camino verdaderamente cristiano, para lo que hemos de convertir nuestra mente y nuestro corazón a Dios. Porque es verdad que podemos tener a Dios muchas veces en los labios, pero ¿qué tenemos en el corazón? ¿qué es lo que verdaderamente amamos? ¿a quién seguimos/obedecemos en la vida? si somos leales, nos daremos cuenta de cómo vivimos, pensamos, sentimos en muchas ocasiones contrariamente a Cristo, y esto tiene su consecuencia, es decir, no somos felices, porque no hay felicidad plena fuera de Dios (así nos lo recuerdan siempre los santos). Y no os extrañe lo que digo, pero es que tenemos una gran capacidad de engañarnos a nosotros mismos, comulgando con las ruedas de molino de este mundo.
Por eso dice la Escritura que el Espíritu viene en ayuda de nuestra necesidad, porque no sabemos ni siquiera pedir lo que nos conviene. El Espíritu Santo (no se nos olvide que es una de las personas de la Santísima Trinidad) nos ayuda, si le dejamos, si le invocamos, para introducirnos en un “conocimiento” más profundo e íntimo de Dios (“conocimiento” que supone una relación personal y comunitaria). Y no podemos permanecer ajenos a esta posibilidad que tenemos. No podemos quedarnos en la ignorancia… porque eso es una gran pobreza.
El Espíritu Santo viene a instruirnos, si le dejamos, en el conocimiento también de nosotros mismos. Nos ayuda a escrutar lo que hay en nuestro corazón, a distinguir lo que es voluntad de Dios de lo que no lo es. Viene también como nos lo prometió Jesús a llevarnos hasta la Verdad plena y a ser nuestro “defensor”.
Me acordaba ahora de la anécdota de una persona que este año ha venido por primera vez a la tanda de Ejercicios Espirituales de la parroquia. ¿Qué le movió a ello? El que hubiese anunciado los Ejercicios provocando a que no siguiéramos vistiendo en nuestra vida de Fe el traje de nuestra Primera Comunión. ¿Os imagináis? Casi mejor que no, pero esa imagen ridícula, porque así nos veríamos, es como nos podemos ver hoy en nuestra vida de Fe si uno no crece, no se deja guiar por el Espíritu, no se forma…
Y por último, mientras no nos formamos en la vida cristiana, en la vida del Espíritu, el mundo se encarga (con todos sus medios) de formarnos para él.
Os mando un texto de un santo inglés excepcional, el Cardenal J.H. Newman, recientemente canonizado.
Mañana, Dios mediante, seguimos con otro sacramento.
Un abrazo fuerte y bendición+
Quédate con nosotros Señor
El Evangelio de este domingo nos sitúa en compañía de dos discípulos del Señor defraudados, entristecidos, alejándose de Jerusalén y volviendo a su pueblo después de la muerte de Jesús en la Cruz.
Todo ha acabado en la muerte (piensan), ha estado bien el tiempo vivido con el Maestro pero en esta vida todo acaba. El corazón de estos discípulos, defraudados, que no tienen experiencia del encuentro con Jesús resucitado, no está muy distante del nuestro cuando se deja llenar de incertidumbre, de sospecha, de tristeza porque parece que el mal vence, que la muerte es incontestable o que la “ilusión” que nos habíamos hecho de una vida nueva (del cumplimiento de las promesas del Señor) ha quedado en nada.
Como los discípulos de Emaús necesitamos que el Señor se quede con nosotros, nos explique la Escritura y parta para nosotros el pan. Tenemos necesidad, aunque en ocasiones no nos demos cuenta, de ese caminar con el Señor, de ese desahogo del alma, de ese poner ante Él nuestras incertidumbres, miedos, tristezas… Así, en el encuentro real con Jesucristo, los discípulos van a poder volver a Jerusalén para dar testimonio.
Y hoy, ¿cómo podemos hacer esta experiencia?, ¿Cómo tener experiencia de Resurrección?. Pues parece ser que es necesario el encuentro con el Señor. Y eso, ¿Cómo se puede hacer? La respuesta es aparentemente muy sencilla; en la Iglesia.
Ella es el Cuerpo Místico (misterioso) de Cristo, en ella recibimos la Fe, por medio de los sacramentos. En el bautismo se nos concedió la vida eterna y se infundió en nosotros las virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad) que hemos de cuidar, acrecentar y practicar.
En la Eucaristía recibimos el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo y por eso hemos de disponernos adecuadamente para celebrar, escuchando con verdadera atención la Palabra que se proclama (comprendiendo que es un modo privilegiado para “dialogar” con el Señor, haciendo el “trabajo” de comprender lo que esa Palabra me dice HOY a mí), y disponiéndonos con verdadero sobrecogimiento al momento de la consagración y poder adorar la Presencia del Señor entre nosotros. En su pedagogía la Iglesia en los primeros siglos no dejaba a cualquiera participar de la Misa completa, porque sabía que no todos estaban preparados para la celebración de estos divinos misterios. Participar de modo inconsciente, frívolo o acostumbrado de la celebración, hace que no produzca el fruto que el Señor quiere.
Os adjunto un texto maravilloso de un autor del siglo segundo, San Justino. Sorprende la belleza del modo en el que seguimos celebrando la Eucaristía.
Ya dejamos para mañana Dm la continuación de esta dinámica sacramental.
A todos desearos un feliz domingo en esta Pascua de Resurrección.
Con todo afecto y bendición.+
Segunda invitación del cardenal Osoro a las familias en la Pascua 2020
El cardenal Carlos Osorio nos invita a las familias a reflexionar en el segundo domingo de Pascua (Lc 10, 25-37):
Buen día de San Marcos
Hoy el Evangelio nos lleva a unas palabras un tanto provocativas del Señor. Indica los signos que van a acompañar a aquellos que crean, que vivan realmente la Fe. ¿Cuáles son esos signos? Y dice Jesús;” A los que crean, les acompañarán estos signos: echaran demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y , si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos”
Para nosotros esos signos nos pueden parecer un poco extraños, porque en nuestro mundo secularizado es difícil “ver” los signos de la Fe, es complicado entender que el Señor está en el entramado cotidiano de mis cosas. La secularización actual ha querido encerrar a Cristo en las Iglesias y eso es…imposible. La pretensión del mundo “posmoderno” de querer reducir el sentido religioso al ámbito de lo privado, contradice la verdadera naturaleza del hecho cristiano. Si Dios es Dios, tiene que ver con todo lo que vivo, amo, sufro…y si no, no lo es. Es un hecho inextirpable para el hombre. Más aún, podemos afirmar que cuando el hombre intenta comprenderse al margen de Dios, sin referencia a Él, termina yendo contra el propio hombre. Veamos si no cómo han terminado las ideologías totalitarias del siglo pasado, el nacional-socialismo y el comunismo: han generado decenas de millones de muertos.
El acontecimiento que supone la irrupción de Cristo en el mundo ha cambiado verdaderamente el curso de la Historia. Ha permitido “ver” que es posible que el hombre encuentre aquello que más hondamente busca en su interior: la verdad, la belleza, la unidad, la justicia… Ninguno quiere vivir en el lado contrario de todas esas realidades. Nadie quiere ni para sí mismo, ni para aquellos a los que ama, una vida rota, embrutecida por la dejadez, abocada al fracaso de relaciones que nunca se cumplen, en la fealdad de una vida perdida…
Al contrario, anhelamos la posibilidad de que nuestra existencia tenga un valor real, un sentido, por el que merezca la pena cualquier sacrificio. Hoy os voy a adjuntar el testimonio que Madre Verónica dio ayer en la televisión. Un modo de ver en acto cómo Jesucristo tiene el poder de cambiar la vida, llenarla de sentido, despertar la esperanza de una vida auténtica. Merece la pena escuchar como Cristo no nos abandona, saliendo al paso de nuestra vida a través de personas que nos hacen más cercana la Presencia buena de Dios en nuestras vidas.
Sólo quien ha hecho experiencia de esta bondad, podrá comprender y reconocer en su propia vida el alcance de los signos que el Señor enumera en el Evangelio y que el comentario de San Bruno de Segni nos acerca al entendimiento.
Con todo afecto y bendición.+
Viernes, 24 de abril del 2020
Buen día.
El evangelio de hoy nos acerca a ese momento en el que Jesús, después de haberse retirado al monte con sus discípulos, levanta la mirada y se encuentra a toda una multitud que se había acercado para verle. La amistad con Jesucristo nos hace también a nosotros levantar la mirada y no perder de vista lo que “sucede” a nuestro alrededor.
La inmediata preocupación del Señor es no despedir a la gente sin darles algo de comer y por eso le pone a prueba a Felipe “¿con qué compraremos panes para que coman estos?” Era realmente un reto desproporcionado. Al final todo se “arregla” con lo que lleva un muchacho, cinco panes de cebada y dos peces. Eso sigue siendo así. No tenemos más. Y el Señor tampoco nos pide más, sino aquello que tenemos.
La ofrenda que hacemos en la Misa es exactamente igual de pobre, un poco de pan sin levadura y un poco de vino. Ya el Señor a través de la oración de la Iglesia, se va a encargar de convertirla en su Cuerpo y Sangre. Desproporcionado.
Hoy ¿qué es lo que tienes para ofrecer al Señor? Porque también estamos nosotros rodeados de personas que tienen hambre, que están en descampado, que no tienen esperanza para sus vidas, que sufren la soledad o la pérdida de seres queridos…¿Qué tienes para ofrecer a Jesús?
Muchas veces nuestro problema está en pensar que no tenemos grandes cosas para dar/hacer/compartir, y eso no es verdad. El cristiano sabe que el Señor, con aquello que ponemos de nuestra parte, hace maravillas. Y esto vale para todos los ámbitos de nuestra vida.
Por eso no vale el refugiarnos en falsas humildades de quien se está repitiendo continuamente a sí mismo; yo no valgo, yo no puedo, yo no sé… En estas respuestas hay mucho “yo”, mucho amor propio, excesivo sentido del ridículo, demasiada excusa…y poco ver con realismo lo que Dios nos ha dado. ¡¡¡Pon en juego tus dones!!! y deja que el Señor con eso “poco” que le ofreces, realice el milagro. Fíate del Señor que a través de ti, como de ese muchacho, quiere saciar a toda una multitud.
Ayer nos quedamos en la reflexión sobre la Eucaristía y el regalo inmenso que supone para nosotros. Es verdad que nuestras generaciones no tienen quizás una buena formación sobre el misterio eucarístico y lo hemos banalizado. Hemos hecho de la Eucaristía un “espectáculo” como dice el Papa Francisco, y nos hemos situado esperando que alguien (normalmente el sacerdote) nos entretenga bien.
Me aburro en Misa, no entiendo nada, qué larga…o por el contrario se escucha; qué Misa tan bonita, qué entretenida, qué amena…. Unas u otras expresiones, me da igual, desvelan lo mismo: no hemos percibido lo esencial. Hemos convertido la Misa en algo que sucede fuera de nosotros y en la que nosotros tenemos poco que ver.
Nos acercamos, quizás, a Misa sin preparación previa, sin haber leído las lecturas, empezamos normalmente sin un tiempo de silencio (cuando no llegamos tarde), entramos a ver qué toca hoy, y así es muy difícil que la Misa pueda transformarte interiormente. Te habrá agradado más o menos la homilía (que para algunos parece ser lo más importante) y de eso dependerá tu vivencia de ese día. Y ahora pregunto yo ¿y el Señor? ¿no lo has visto, oído, recibido? Porque esa sí que es la clave. ¿Qué te ha dicho hoy tu Señor, qué palabra te llevas, qué impresión en tu alma?
Os pido que acojáis estas palabras desde la positividad, tenemos un trabajo importante para hacer y eso repercutirá en toda nuestra vida. Tal y como estamos en Misa, estamos en la vida…y esto vale en primer lugar para mí.
Adjunto un resumen de la estupenda entrevista hecha al Cardenal Sarah y para quien quiera mando la entrevista completa, que no tiene desperdicio.
También os invito a ver hoy un precioso testimonio de Madre Verónica (fundadora del Instituto IESU COMMUNIO) a las 14’00 horas en 13TV.
Con todo afecto y bendición.+
Jueves, 23 de marzo del 2020
Buen día.
La Iglesia celebra los jueves como un día eminentemente eucarístico. El reflejo del Jueves Santo, la institución de la Eucaristía y del sacerdocio, hacen de este día un memorial de ese alimento de Vida eterna que es el mismo Señor.
Valorar la Eucaristía, acudir a Jesús sacramentado, vivir la adoración, no es algo más en la vida de un cristiano. Es la posibilidad de permanecer, como el sarmiento en la vid, unidos realmente a Jesucristo. No es un añadido espiritual de algunos, sino lo distintivo de un cristiano.
Esto a alguno le suena un poco raro, rancio, superado, porque en la soberbia que nos acompaña nos hemos atrevido a corregir la palabra que el Señor nos ha dado y la hemos adaptado a “nuestra religión”, que ,por cierto, no salva. Para justificarnos en el mal, se repite incansablemente como un mantra de la modernidad; no hace falta ir a Misa para ser bueno, lo importante es ser buena persona, mucho golpe de pecho y luego peor que otros…
Lo peor de esos mantras es que tienen parte de razón. Es cierto que hay muchas personas “buenas” que no van a Misa, faltaría más, pero el cristiano ha descubierto como los Apóstoles, que la Misa no es para los buenos sino para los pecadores, y por eso voy yo, con la necesidad de que el Señor me ayude, me transforme, me santifique… pues yo no lo puedo hacer por mí mismo, con mis solas fuerzas. Y esto ha sido así desde el siglo primero.
Necesitamos redescubrir el valor de la Santa Misa, donde los cristianos creemos firmemente que Jesucristo se hace presente realmente en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. De ahí la importancia de prepararnos bien a celebrar ese Misterio.
Hoy vivimos quizás en una gran superficialidad donde cuesta mucho percibir la grandeza del Misterio, la Presencia del Señor en todo lo que vivimos, la Providencia que acompaña nuestros pasos. Sí, sí… el Señor siempre está. ¿Y tú? ¿Dónde estás? Porque también hay algunos que aunque vengan presencialmente a Misa pueden/podemos estar muy lejos.
Esto da para mucho. Pero al menos quedémonos en reflexionar cómo es mi participación en la Misa, cómo es mi relación con el Señor (a quien no puedo manipular a mi antojo)… y entendamos que los santos son los que nos han hecho comprender cómo el cristiano no puede vivir sin la Eucaristía. Mañana, Dm, intentaremos entrar en el “me aburro en Misa” y alguna más…
Os adjunto un texto de San Gaudencio de Brescia que nos puede ayudar un poco a reflexionar. Es un autor del siglo IV.
Con todo afecto y bendición+
Hoy, miercoles 22 abril de 2020
Buen día.
Hoy el Evangelio de San Juan comienza diciendo:”Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.”
Me imagino que para todos los que sois padres, es especialmente clara esta palabra. ¿Por quién seríais capaces de entregar un hijo vuestro?¿Quién haría eso?¿No sería más “fácil” entregarse uno mismo?
Pues bien, tan duro era el corazón del hombre para creer el Amor de Dios que Él tuvo que hacer un gesto supremo, entregar a Su propio Hijo, para que no nos quedara duda de que Dios nos ama. Esto es lo que un cristiano lleva profundamente en su corazón, el amor absolutamente gratuito e incondicional de Dios. Dios nos ama así y siempre: esta es la grandeza del amor. Un amor realmente”exagerado”, que por cierto siempre estamos dispuestos a recibir (todos queremos ser amados así) pero no siempre a practicar.
Pero el apóstol San Juan nos dice también que “nosotros hemos conocido el amor de Dios y hemos creído en él”. Aquí ya damos un paso más, porque no nos quedamos en el hecho de ser amados, sino en la necesidad de una respuesta por nuestra parte. No podemos quedarnos como meros espectadores. De ahí que en muchas ocasiones la Iglesia nos recuerde que un amor que no se hace vida, que no lleva a la entrega de la vida, no es un amor maduro. No ha alcanzado la grandeza y madurez que hemos conocido de la mano del Señor.
Hay quien se enorgullece de la fe que tiene, pero no verifica en la vida si esa fe es verdadera. ¿Cómo se puede saber? Si te lleva a una auténtica identificación con Jesucristo a tener como nos invita San Pablo, los mismos sentimientos de Cristo Jesús. A querer ser verdaderamente hijo de Dios, guiado por el Espíritu Santo. Y esto implica también el rechazar lo que en nosotros niega ese amor de Dios, es decir, el pecado.
Estamos en camino, porque todos experimentamos la fragilidad de nuestra fe, de nuestro amor y de nuestra esperanza. Esto le decían los discípulos al Señor: “auméntanos la fe”. Por eso necesitamos hacer juntos este seguimiento del Señor, esa escucha de su Palabra que nos hace respirar con esperanza cierta en Su victoria definitiva.
El amor siempre vence, no lo olvides.
Con todo afecto y bendición+
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Os propongo hoy este texto de la encíclica Dives en misericordia de San Juan Pablo II.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor
Esta cita del libro de los Hechos de los Apóstoles que escuchamos en la Misa de hoy, está llena de fuerza.
Nosotros hemos recibido la herencia de una cultura cristiana, que habiendo puesto a Dios en el centro de todas las relaciones, ha generado un tipo de humanidad bella, luminosa, esperanzadora. Esto no se ha hecho, ni se hace, sin contar con la limitación humana. Pero aún y todo, es lo que ha traído hasta nosotros un modo de vida fraterno, próspero, envidiable para muchas otras culturas. No hay más que ver la obra de San Benito en el siglo V y darnos cuenta de cómo se han forjado las ciudades a la luz de aquellos monasterios por él fundados.
En aquella “nueva civilización” que nacía en la gran decadencia del Imperio romano, brillaba el testimonio de la Cruz y Resurrección de Jesucristo. De ahí nacía una humanidad nueva, que tenía como criterio la Caridad, que despertaba la esperanza en tantas personas “descartadas”, que reconocía el valor de la vida del anciano y también del que iba a llegar a este mundo.
Hoy me gustaría soñar con un despertar de esa creatividad que a lo largo de los siglos ha movido el corazón de tantos hombres. Esos pobres hombres, santos, que han levantado su pobre voz en medio de nuestras sociedades acomodadas (frívolas), acostumbradas (desagradecidas), y en muchas ocasiones justificadoras de lo inmoral (que siempre va contra el hombre).
En medio de nosotros hemos visto estos días el inmoral descarte de nuestros mayores. Ellos han tenido que ver en las pantallas cómo se justificaba el rechazo de atención (por supuestos criterios de eficacia, eficiencia, valor de la”vida”…) que ha llenado sus corazones de ansiedad, inquietud ante la posibilidad de ponerse malos. No hay derecho.
De pequeño recuerdo como mis padres me enseñaron el “respeto” a los mayores. Aprendí a levantarme cuando alguno entraba donde yo me encontraba, a ceder el sitio y el paso, a ofrecer el brazo o la mano para cruzar o subir escaleras…Mi padre, como buen jurista, nos repetía; “prius in tempore, potior in iure”, el primero en el tiempo, mayor en derecho.
Hoy me entristece ver cómo esto no se tiene en cuenta. No es una cuestión de nostalgia, porque considero de rabiosa actualidad la educación que recibí y que quiero con suave voz reclamar para mi patria.
Unido a esto está la “recriminación” de alguien que me decía que por qué, hace ya quince días, había puesto la bandera de España con crespón negro en la terraza de la casa parroquial. Y la sigo manteniendo aunque estemos en Pascua. La respuesta es muy sencilla; simplemente porque estos días se ha muerto mi padre, mi madre, mis hermanos, mis hijos…esto también lo aprendí así de labios de mi Señor y de mi Madre la Iglesia.
Queridos todos, que este tiempo de Pascua nos ayude a testimoniar la Vida que el resucitado nos ha traído y que entre otras cosas se muestra en el interés por la vida y circunstancias de los que me rodean, porque me interesa su bien, su vida.
Con todo afecto y bendición+
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P.S.
Hoy quiero traeros en esta lectura a uno de los muchos beatos y mártires que fueron a causa de la Revolución francesa. Se nos ha vendido siempre como el momento de la exaltación de la Diosa Razón, de la igualdad, de la fraternidad y de la legalidad. O como el momento del nacimiento del Estado moderno… y todos tragando sin filtro alguno.
Entre medias, y sin entrar en pormenores, escuchamos un sencillo relato de ese momento. Para quien quiera acercarse a ese momento recomiendo vivamente una lectura que hace tiempo me impactó; “Una familia de bandidos” de María de Sainte-Hèrmine. Una novela que muestra, de modo desgarrador, la crueldad y barbarie cometida en la Vendée en nombre de la Libertad, Igualdad y Fraternidad.
¡¡Buen día!!
Hoy nos encontramos en el Evangelio el comienzo del capítulo tercero de San Juan. Ojalá podamos hacer una lectura pausada de esos ocho versículos. Una lectura muy breve, pero con una gran enseñanza.
¿Qué sucede? Nicodemo, magistrado judío, se acerca de noche a ver a Jesús. No quería ser visto por otros. Tenía en su corazón el deseo de vivir auténticamente, no conformarse con una vida mediocre…y reconoce en Jesús a alguien que vive apasionadamente, por eso se acerca con curiosidad y deseo.
Se acerca de noche, imagen de la situación de muchas personas que encontrándose a oscuras en su vida, buscan una luz que les guíe. Y para la guía de la propia vida no vale cualquiera. Igualmente que nosotros no nos pondríamos, en lo que respecta a la salud del cuerpo, en manos de un mal o negligente profesional. Nicodemo busca, y por eso encuentra.
Hoy podríamos preguntarnos ¿quién guía mi vida? ¿Soy tan autónomo que no me dejo guiar por nadie? ¿soy tan libre que no me influye nadie, ni el gobierno, ni la oposición, ni el telediario…? ¿Verdaderamente creo que soy tan auténtico y original?
Pero, Nicodemo, también va de noche para no ser visto. Hoy pasa lo mismo. Cuántos sienten apuro de expresar el anhelo profundo de su alma, su inquietud, su deseo de “algo más” en la vida. Pero todo lo que nos rodea, tiende a acallar la verdad profunda del hombre. Estos días estamos inquietos por la salud del cuerpo, por la vida. Sí, es normal. Pero eso no es todo, aunque estés muy sano, algún día tendrá que llegar el final. Y ¿la salud del alma?, ¿la respuesta al más allá?. Hay claramente una censura del sentido espiritual de la persona. E incluso nosotros mismos nos autocensuramos.
¿Qué respuesta tenemos para alguien que se va a morir? ¿Qué decimos a quien ha perdido a un ser querido o teme la pérdida de alguno? Pues posiblemente no le digamos; salud y República. Esto es algo serio y yo me lo encuentro cotidianamente, no me puedo hacer trampa ni engañar a nadie.
La Iglesia, que celebra la Pascua de Cristo como el mayor acontecimiento, testimonia con humildad y verdad que Jesucristo ha resucitado venciendo al pecado y a la muerte. Esto no es un eslogan, sino la vida misma de los que formamos parte del Cuerpo de Cristo (que es la Iglesia), y en ese Cuerpo hemos podido ver cómo el pecado no tiene la última palabra y cómo la muerte ha sido vencida.
El texto que os adjunto hoy, es una antiquísima homilía en torno a la Pascua. Se dirigía a la multitud de adultos que se acercaban (como Nicodemo) a recibir el bautismo, porque como responde Jesús: “el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios”… “En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios”
Pidámosle a Jesús que nos conceda hoy “nacer de nuevo”. Si nuestro primer nacimiento fue natural e inconsciente por nuestra parte, que este nuevo nacimiento venga del deseo de vivir Su misma vida, guiados por el Espíritu Santo.
Y no te olvides: Cristo siempre vence, no temas.
Con todo afecto y bendición+
Domingo de la Divina Misericordia
Quiso el Papa San Juan Pablo II instituir esta fiesta de la Divina Misericordia, devoción nacida de las revelaciones que tuvo Santa Faustina Kowalska (monja polaca del siglo XX). Lo hizo como pedía Santa Faustina, el segundo domingo de Pascua. Mucha opinión contraria y oposición para poner esa fiesta en un domingo de Pascua no lograron que el Santo Padre se echase atrás en su determinación y el año 2000 instituyó esta fiesta. Curiosamente la Divina Providencia hizo años más tarde que el Papa durmiera en el Señor en esta celebración.
Hace años escuché una predicación de un hermano sacerdote que me ayudó mucho.
Se preguntaba ¿Qué es la misericordia? El desbordante amor de Dios para quien no se lo merece.
A mí me hizo mucho bien, porque me daba cuenta que muchas veces me creía en el fondo merecedor de ese amor de Dios. No fijarnos en la desproporción que hay entre lo que Dios nos ha dado y lo que nosotros le “devolvemos” nos hace en muchas ocasiones soberbios impertinentes.
Dios nos ama, y lo hace con locura (lo acabamos de celebrar en la Semana Santa). Y este amor a su vez no es correspondido por nuestra parte. Ese amor incondicional de Dios nos permite caer en la cuenta de lo mucho que le importamos.
Por eso podemos decir con la Sagrada Escritura que “la Misericordia de Dios llena la tierra”. Ante el despiste y el olvido del mundo, Dios no responde con dureza, sino con la grandeza de un amor que abre las puertas, de un Padre que sale a nuestro encuentro (hijo pródigo), de un Pastor que busca a la oveja perdida…Dios no se da por vencido con ninguno de nosotros. Busca todos los medios para que descubramos la verdad de nuestra vida: somos amados. Tal y como somos, sí.
No tenemos que cambiar para que Dios nos quiera, el amor de Dios es incondicional. Pero es cierto, y es experiencia en la vida de tantos, que es ese Amor el que nos cambia. Sólo el amor es digno de fe, sólo y siempre el amor vence.
Que celebremos este Domingo con la alegría y gratitud de los que se han dado cuenta que TODO ES DON.
Os envío el texto de un santo español del siglo XVI, comentando el Evangelio de hoy.
Un abrazo fuerte y bendición.+
Sábado de la octava de Pascua
El final del Evangelio de San Marcos, hace mención a la aparición de Jesús a María Magdalena y a los discípulos de Emaús después de resucitar de entre los muertos. Y San Marcos señala como todos ellos fueron a decírselo a los apóstoles sin que estos creyeran lo que les decían.
Cuando Jesús se aparece finalmente a los discípulos, les echa en cara “su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado”.
Hoy a nosotros nos alcanza esta palabra invitándonos a hacer una sencilla reflexión. No somos de mejor barro que los primeros discípulos y no dejamos tampoco de tener cierta incredulidad en nuestros corazones, endurecidos a causa de nuestras resistencias para amar (para dejarnos guiar por el Espíritu del Señor y salir de nosotros mismos).
Quizás tengamos que volver a darnos cuenta que la Fe en nuestro Señor Jesucristo no comienza con nosotros, no depende de la validación de nuestra corta razón, ni su autenticidad depende de nuestro asentimiento. Jesucristo es un hecho ante el cual nos hemos de medir. Es un hecho que ha cambiado la vida de tantos a lo largo de la Historia, que encontrándose con Él han experimentado el gusto de una vida nueva, la esperanza que fortalece y anima la vida.
Este es el reto de un cristiano que escucha hoy el Evangelio y que comprende que el Señor sigue vivo en medio de nosotros, su Iglesia. Los discípulos fueron duros para acoger el testimonio de aquellos que lo habían visto. ¿Y nosotros?
Lo cierto es que hay una sencilla prueba para darnos cuenta si estamos en la posición de los que han “visto” al resucitado o por el contrario la de aquellos que siguen dudando de si eso ha sucedido. Esa prueba es el cambio de vida, como dirán en el Evangelio todos los que se han encontrado con el Señor, como el ciego de nacimiento; “yo sé que antes no veía y ahora veo”.
Que el Señor nos conceda esta Gracia para que como termina el Evangelio de hoy, vayamos al mundo entero y proclamemos el Evangelio a toda la creación. El mundo necesita esta esperanza, no nos quedemos mirándonos a nosotros mismos.
Os adjunto un texto de San Cirilo de Jerusalén (de una de sus catequesis), autor del siglo IV. Y no nos olvidemos de que hoy es sábado…Ave María, esperanza nuestra.
Un abrazo fuerte y bendición+
¡¡Buen día de Pascua!!
El capítulo 21 de San Juan relata la tercera aparición de Jesús a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos (Jn 21,1-14).
Comienza un diálogo que a ellos les sorprende. De nuevo Jesús entra en el horizonte cercano de sus vidas, en el trabajo cotidiano. Jesús ha resucitado y realiza de esta manera aquella promesa que hizo a los discípulos; “y sabéis que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin de los tiempos”.
Y esa presencia de Jesús va acompañada de signos que expresan la grandeza de su amor: una pesca más que abundante. ¿Necesitaban eso los discípulos para reconocer que era el Señor? ¿Sin signos extraordinarios no sabemos reconocerlo?
Pues hay veces que parece que no. De ahí viene en ocasiones nuestra ingratitud e indiferencia, para con Dios y también con aquellos que nos rodean.
En la vida cotidiana nos pasa también esto. Estamos rodeados de personas que nos aman, de verdad, y muchas veces no lo apreciamos como se debe. Convivimos con personas a las que nos “ata” el amor y parece que sólo el mero pensamiento de poder perderlos nos despierta la consciencia de lo que verdaderamente nos apreciamos.
Lo cotidiano puede correr el riesgo de hacernos entrar en una rutina acomodaticia y anestesiante, y por eso hemos de tener la precaución de “cuidar” nuestro amor, no darlo por supuesto. Y ya que somos tan necesitados de cosas concretas, como los discípulos, cuidemos los gestos de afecto, cercanía, gratitud, reconciliación… porque ahora es el momento, ya que con el “mañana” no contamos, no es todavía nuestro. HOY el Señor sale a nuestro paso, estemos atentos. Si lo reconocemos, cambiará nuestro día; no te lo pierdas.
Es este HOY nuestra oportunidad para aprender a amar. Os adjunto un texto de un autor del siglo X, San Gregorio de Narek, que nos puede ayudar a orar.
Con todo afecto y bendición.+
Paz a vosotros
Así saluda Jesús a los apóstoles cuando aparece en medio de ellos después de resucitar. Este es el saludo que también nos alcanza a nosotros en el Evangelio de este día. PAZ.
La paz que es el don de Cristo resucitado. Esta semana decía el Papa Francisco que la paz que Cristo nos trae no es la paz del mundo. Es el “shalom” en el que “se desea una vida bella, plena y próspera, pero también la verdad y la justicia, que se cumplirían en el Mesías, príncipe de la paz”.
El Papa advierte sobre una falsa paz, reducida a la tranquilidad y equilibrio personal que no corresponde a un crecimiento personal. Y añade el Pontífice: “este segundo significado es incompleto y no puede ser utilizado, porque en la vida la inquietud puede ser un momento importante de crecimiento, mientras que puede suceder que la tranquilidad interior corresponda a una conciencia domesticada y no a una verdadera redención espiritual. Muchas veces el Señor debe ser ‘signo de contradicción’ sacudiendo nuestras falsas certezas para llevarnos a la salvación”.
Quizás si repasamos momentos de nuestra vida en los que hemos vivido con cierta inquietud, nos podamos dar cuenta que ese no estar tan seguros de nosotros mismos, nos ha hecho crecer internamente, haciéndonos salir de nuesotras “seguridades”, sintiéndonos verdaderamente vulnerables, reconociendo la necesidad que tenemos del Señor y de los otros para caminar bien por esta vida…
Desde aquí podremos, a lo mejor, entender mejor esa expresión del apóstol San Pablo que dice;”para los que aman a Dios, todo les sirve para el bien”. De todo podemos aprender, por eso abramos los “ojos” para ver Aquel que viene, aún cuando no lo esperemos de esa manera, a traernos el deseado don de la Paz.
Hoy os envío un texto de San Juan Pablo II, espero que lo disfrutéis.
Un fuerte abrazo y bendición.+
¿No ardía nuestro corazón…?
Esta es la pregunta que se hacían los discípulos defraudados que se alejaban de Jerusalén, porque parecía que todo había acabado en la muerte de Cruz.
Esta es la misma desilusión de tantos que no han hecho en su vida “experiencia” de Resurrección, que no han permitido que el Señor les ayudara a pasar de la muerte (desamor, pecado, egoísmo, soberbia, lujuria, envidia…) a la Vida de Gracia. Este paso es importante entenderlo, porque no se trata de un gesto mágico, en el que Jesús nos toca y… tatachán, ya somos santos. No, no funciona así. Es necesaria la Gracia de Dios para recibir la Vida nueva del Espíritu, pero es necesaria también la participación nuestra, nuestro querer vivir esa vida nueva en Cristo: la vida de auténtica caridad, que se contrapone claramente al pecado y lo vence.
Sólo en ese encuentro gozoso con el Señor, que hoy hacen los discípulos de Emaús, es posible entender como nuestro corazón pueda “arder”. Ese arder es una imagen de lo que produce el fuego del Espíritu Santo en nosotros. ¿Cómo no vamos a querer esto? ¿Cómo podemos conformarnos con menos? No es posible, a riesgo de renunciar a la humanidad que Dios nos ha regalado y que alcanza su plenitud en el encuentro con Él y en ejercicio de las virtudes (fe, esperanza y caridad)
Quien no tiene en sí este ardor del Espíritu, tendrá el estar “quemado” por la vida que le ha tocado, por las circunstancias que no acepta… y ese estar quemados, todos lo conocemos, y no lo queremos.
Así que sigamos con ánimo confiado esta semana de Pascua, confiando en la obra que el Espíritu del Señor quiere hacer en nosotros. Estemos atentos, porque posiblemente tengamos al Señor tan cerca como los de Emaús y quizás no lo veamos.
¡¡¡Despierta!!!
Con todo afecto y bendición+
La meditación de hoy es de San Gregorio Magno que nació en Roma, fue prefecto de su ciudad y monje después, y fue papa desde el año 590. Es doctor de la Iglesia (540-604). Homilía 23 sobre el evangelio.
¿Por qué lloras?
Esta es la pregunta que Jesús le hace a una desconsolada María Magdalena, que ciega por el dolor que tiene, no es capaz de reconocer a Jesús que está delante de ella.
¿Nos puede pasar esto también a nosotros? Pues quizás sí. Hay ocasiones que el dolor, la preocupación, la tristeza es tal, que es como si no pudiésemos escuchar otra cosa ni ver otra realidad que el mal que nos aflige. Las pasiones, y entre ellas están la alegría y la tristeza, nos ciegan en ocasiones.
María Magdalena es incapaz de ver a Jesús, hasta que Él mismo la llama por su nombre María!!! Es ese “encuentro personal” lo único capaz de sacarnos de nuestro encerramiento. Y ese encuentro personal es en buena medida, la oración. Por eso la oración para un cristiano no es algo opcional, no es un plus de la vida, sino aquello que permite que vivamos verdaderamente la Fe. Sin oración, nos recuerda el Papa, no hay vida de Fe.
También nosotros necesitamos en nuestra situación poder reconocer al Señor presente en nuestras vidas. Es Cristo resucitado quien nos quiere acompañar en nuestras zozobras y esperanzas. Es Él, es Jesús resucitado quien nos permite ir más allá de lo que nuestros ojos carnales pueden ver.
La oración, que es siempre una acción del Espíritu Santo en nosotros, nos hace elevar la mirada al cielo porque de Dios es de quien recibimos todo bien, toda Gracia. Pero es también la oración la que nos hace mirar la realidad con una profundidad asombrosa, saliendo de la superficialidad mundana en la que fácilmente caemos (dejándonos dominar por las pasiones en vez de gobernarlas nosotros) cuando no nos sostiene el Espíritu del Señor.
Hoy pedimos ese ánimo nuevo que viene del encuentro con el Señor, para afrontar este día, esta semana con la esperanza de que el Señor está con nosotros y de que Él siempre vence: “El amor vence siempre”.
Hoy os adjunto una oración de San Anselmo de Canterbury.
Un fuerte abrazo y bendición+
Lunes de la octava de Pascua
Celebramos esta semana lo que llamamos Octava de Pascua, ocho días, una semana, para celebrar como una sola jornada el día que “no nos cabe” en solo 24 horas.
A lo largo de esta semana celebraremos “este Día glorioso”, cantando el Aleluya que es el canto propio de la Pascua, la alabanza a Dios por el don de la Resurrección. Cantar el Aleluya nos hace interiorizar mejor la llamada que Jesucristo nos hacía ayer: NO TENGÁIS MIEDO. Y ¡¡cómo tiene que resonar esto en nosotros y en nuestra sociedad!!
Es claro que la vida no la controlamos nosotros, no podemos añadir un palmo a nuestra existencia, no decidimos el día que venimos a este mundo ni el día que salimos de él. Y sin embargo, al olvidársenos esto, vivimos como si fuésemos nosotros los dueños y señores de nuestra vida. Sólo hace falta un pequeñísimo virus para devolvernos a la realidad del hombre y del mundo, a la verdad de las cosas, a su auténtica consistencia. No se nos olvide. Cuando el hombre juega a ser Dios, ese desorden termina aplastándonos, desordenándolo todo haciéndonos vivir una vida ilusoria, sin darnos cuenta de la caducidad de las cosas. El miedo en el hombre se despierta ante aquello que no domina.
El don de la Resurrección nos ayuda a poner el foco en su sitio. Sólo Dios puede hacer entender al hombre la verdadera grandeza de la vida. Sólo la Resurrección nos ayuda a comprender el destino del hombre…la muerte no es el final. Sólo Cristo resucitado nos permite entender la belleza de una vida, que a través de la entrega de amor, vive para siempre. Sólo el amor es digno de fe.
Que esta Pascua sea para todos nosotros ese auténtico “paso” del Señor por nuestras vidas. Cristo resucitado nos da Su Espíritu para que podamos vivir en la libertad gloriosa de los hijos de Dios, la libertad que tienen los que aman de verdad.
Hoy os adjunto por un lado un texto de San Pedro Crisólogo y por otro el pregón Pascual (texto riquísimo, profundo y de gran belleza que se canta en la Vigilia Pascual) cantado este año en nuestro Seminario Diocesano (donde está nuestro querido Javier).
Feliz Pascua de Resurrección.
Con todo afecto y bendición+
Feliz Pascua de Resurrección
Muy queridos todos, hoy celebramos que Cristo ha resucitado, ha vencido definitivamente al pecado y a la muerte, y de esta manera ha abierto al hombre el camino al cielo y la esperanza en nuestro caminar. La muerte ha sido vencida, no tiene la última palabra.
Os deseo que paséis un muy feliz día de Pascua, que litúrgicamente se prolonga una Semana completa porque sería imposible celebrar Misterio tan grande en un solo día. Y después prolongaremos la Pascua hasta Pentecostés, fiesta del Espíritu Santo. Cincuenta días!!!
De esta manera la Iglesia nuestra Madre y Maestra, nos señala la importancia de esta fiesta y de este Tiempo litúrgico. Toda la vida del cristiano hace referencia a la Pascua, más aún, sin la confesión de la Resurrección de Cristo no hay vida cristiana.
Hoy cantemos por fin el Aleluya, las campanas lo harán hoy especialmente a las 12, como lo harán por decreto de nuestro Cardenal todos los días de la Pascua a esa misma hora. Se trata de llevar la “voz de Dios” a todos los corazones, de anunciar la esperanza a todos los hombres: CRISTO HA RESUCITADO, VERDADERAMENTE HA RESUCITADO. ALELUYA!!!!!
Con todo afecto y bendición+
Os invito a leer este mensaje de San Juan Crisóstomo: Entra en el gozo de tu Señor
El grande y santo Sábado
La celebración del Sábado Santo nos introduce en la liturgia del gran silencio. El silencio de Dios. Hoy el Señor calla y por eso un gran silencio envuelve la tierra. Os adjunto hoy una preciosísima homilía de autor anónimo. No es un día para hablar, por eso os rogaría de nuevo que HOY hagamos verdadero silencio en nuestros chats.
HOY es el día en que sepultado Jesús, después de la bella celebración de ayer, se nos invita a reflexionar sobre la respuesta de Dios ante la muerte. HOY, en este hoy que el mundo vive azotado por esta pandemia, se nos llama a contemplar otra más grande y perniciosa “epidemia”, que se puede disimular en la apariencia de una “vida normal”; el pecado, que ha llevado a Cristo a la muerte por nosotros, el pecado que introduce al hombre en la muerte aunque todavía no haya descendido al sepulcro. El des-amor que lo lleva a la tristeza vital y lo encierra en la cárcel de sí mismo.
HOY ante la realidad de la muerte, Dios va a dar Su respuesta.
El hombre que había sido creado para la vida, no puede conformarse con la muerte. Hay una semilla en nosotros que no nos permite conformarnos, hay un anhelo de Vida que nos hace gritar esperanza, hay una intuición que nos hace acercarnos al sepulcro para verificar que Cristo vence. La muerte no tiene la última palabra.
HOY, quisiéramos gritar en el corazón de tantos sufrientes, que Dios responde y responde con Vida. Esa Vida que tocamos en la acción del Espíritu que mueve los corazones a la caridad, a la ternura con el que sufre, a la compasión con el que llora, a la respuesta de aquellos que llaman a la puerta. Esa Caridad que el Padre ha derramado en nuestros corazones previamente.
Que este Santo Sábado, nos ayude a reflexionar sobre la verdadera esperanza de nuestra vida, Jesucristo. En Él, Dios nos lo ha dado todo. Aguardemos con anhelo Su respuesta, para escuchar en la madrugada del Domingo, el canto del Aleluya.
Me vais a permitir que hoy os vuelva a pedir ese silencio de nuestro móvil. No rompamos el gran Silencio…yo, personalmente os lo voy a agradecer.
Con todo afecto… esperando la bendición de la Resurrección.
Viernes Santo
Hoy la liturgia nos introduce en la solemnidad del Viernes Santo, con la mirada puesta en Jesús crucificado. No es la cruz, es el crucificado a quien miramos. No es la muerte el objeto de nuestra contemplación sino Aquel que ha vencido a la muerte. La cruz, decían los Padres de la Iglesia, tiene la forma de una llave que nos permite por un lado abrir el sentido de la Escritura que era algo imposible de entender para nosotros y por otro es la llave que abre el cielo, que había quedado cerrado a causa del pecado de los hombres.
Este viernes Santo estamos convocados a vivir ese silencio de la creación que ve padecer y morir a su Señor. “Las piedras se rompieron”, cuando el corazón del hombre no era capaz de reconocer lo que había sucedido, la naturaleza lo expresa de ese modo.
Es sobrecogedora la liturgia de este día que se compone de la liturgia de la Palabra (donde escuchamos el relato de la Pasión), de la oración universal (donde como Iglesia-Cuerpo de Cristo elevamos nuestras súplicas por la Iglesia y por el mundo) y de la adoración de la Cruz (donde expresamos con gratitud y arrepentimiento por nuestros pecados y por los del mundo, nuestro pobre amor al Señor). Luego se participa de la comunión eucaristica.
Que al seguir esta tarde la celebración por la televisión (a las 6 de la tarde tendremos el Oficio en la muerte del Señor y a las 9 el Viacrucis con el Papa) podamos hacerlo con la cercanía de una cruz, para que en familia realicemos ese conmovedor gesto de la adoración. Juntos nos reconocemos pobres y pecadores, juntos pedimos al Señor perdón y Gracia para amarlo hasta el fin. De esta manera nos miraremos conscientes de la necesidad de ayudarnos unos a otros a llevar la cruz de cada día.
Os adjunto un texto de San Juan Crisóstomo, para la meditación de este día y os rogaría, por favor, que procuremos ayunar de mensajes, que silenciemos este Viernes nuestros móviles. El mensaje que queremos mandar seguro que es precioso… pero más lo es el silencio de este día. Gracias.
También os envío el Via Crucis ha preparado con los cristianos perseguidos y también una foto de nuestro Cristo del perdón.
Hoy ya se silencian nuestras campanas que no darán ni la hora hasta que anuncien la Resurrección.
Con todo afecto y bendición+
Vela del Jueves Santo
Este año, en este Jueves Santo, no podéis velar por la noche junto a Jesucristo Sacramentado en el Monumento de la Parroquia.
Os mando esta fotografía con la que quiero deciros cómo estáis presentes. He encendido una vela más, delante del Sagrario. Así quiero simbolizar la presencia orante de cada feligrés de esta parroquia que Le ama, que Le acompaña esta noche de Getsemaní, que permanece en ese “huerto” al lado del Maestro incluso cuando nos quedamos a veces dormidos…pero Jesús sigue ahí. Siempre ahí. Esperando. El que espera, ama.
He puesto también un pequeño incensario donde se quema un incienso que trajimos en nuestra última peregrinación a Tierra Santa. Ese “suave olor” que se ofrece como las oraciones de los santos que “suben” al cielo, que se elevan para dar Gloria a Dios. Hoy quemamos ese incienso, que en la tradición de la Iglesia es signo de las buenas obras, las obras que nacen de la Caridad. Así expresamos nuestro amor y agradecimiento al Señor. Que nuestras obras suban así, alabando, dando gracias, adorando a quien nos lo ha dado todo.
Que este Jueves Santo tengas la certeza en tu corazón de que Dios te ama y se queda “con nosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Esta es nuestra esperanza, que no nace de nosotros, sino de la Palabra de Dios que siempre se cumple.
Así, quien participa de esa relación, de esa intimidad que nos ha regalado el Señor, tiene en sí la alegría del Espíritu.
Os lo deseo de todo corazón en esta noche santa.
Bendición+
Jueves Santo
Qué Jueves Santo tan diferente. No estaba en nuestros planes… pero, ¿qué son nuestros planes?¿Qué importancia tienen?, ¿Dónde se sustentan?
En parte lo mismo les pasaba a los discípulos. Ellos creían vivir su plan, iban a celebrar la Pascua, a preparar la sala, a cenar con el Maestro… pero en el fondo, no entendían nada. Jesús les irá introduciendo a través de esa cena pascual en el misterio eucarístico.
Hay una gran novedad, el cordero ya no es un animal irracional, sino el mismo Jesús que se entrega por “nosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados” ¿nos damos cuenta de esto? Es Jesucristo que se entrega por ti y por mí, para que liberados de nuestras esclavitudes podamos vivir por amor y en el amor.
Esta es la clave: Jesucristo se entrega, se sigue entregando sacramentalmente no para que tú tengas un gusto espiritual y te “encuentres bien”, sino para que dejándote de mirar a tí mismo aprendas el modo de amar. Amar es entregar la vida . Y esto lo celebramos hoy. Y esto lo pedimos hoy para cada uno de nosotros, la Gracia de seguir a Jesucristo por donde va Él (no por donde nosotros queremos ir), la Gracia de imitarle a Él y no de idolatrar el mundo (como expresa bellamente la homilía de Melitón de Sardes que os adjunto). Jesús es nuestro modelo, nuestro camino, nuestro Señor, y en Él aprendemos que la verdadera religión está en la vivencia de la Caridad. Cantemos hoy ” un mandamiento nuevo nos dio el Señor, que nos amáramos todos COMO ÉL nos amó …”
A todos desearos un feliz y Santo Jueves.
Y también… pedid hoy por nosotros, sacerdotes (hoy también conmemoramos la institución del sacerdocio), para que en nuestra pobreza humana seamos verdaderamente fieles, santos.
Un fuerte abrazo y bendición+
Miércoles Santo
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos (Mt 20,28).
Así reza la antífona de comunión de la Misa de este miércoles santo.
Posiblemente hayamos escuchado muchas veces estas palabras, cargadas de un significado especial en estos días en los que Cristo lo dice no como un discurso o sermón, sino que nos lo ejemplifica. Él mismo es quien se pone a servir, entregando de esta manera la vida, hasta el final. Esto es amar: entregar la vida.
Así, a la luz de Su Amor, hemos de examinar el nuestro. ¿Es así de gratuito, de generoso, de servicial, de comprensivo, de no llevar cuentas, de no irritarse, de no juzgar…? Posiblemente tengamos un buen motivo para meditar hoy. Os adjunto un fragmento de un sermón de San Agustín, no tiene desperdicio y hay que leerlo con atención, aterrizándolo en nuestra vida. Vivir por un amor así, merece la pena. Y ese Amor de Dios ha de provocar en nosotros la respuesta adecuada.
Si miramos con atención la misma historia de España, nos encontraremos que en sus mejores páginas hay hombres que han vivido esto, una entrega así, un servicio al bien común, una generosidad que va más allá de lo que consideramos normalmente razonable. Sólo el amor verdadero cambia el mundo. Cuando esto no se vive (esa entrega por el bien común), cuando no se aprende a amar, termina uno sirviéndose de los demás (sirviéndose del bien común).
En estos momentos difíciles se nos invita a pedir especialmente por los que tienen la gobernanza de España, para que lo hagan con humildad, buscando la unidad que siempre nos hace más fuertes para salir adelante y sirviendo a la verdad.
Hoy también os enviaré una nueva nota de alerta de caridad. Nos disponemos a repartir alimentos la próxima semana y por lo tanto haremos de nuevo recogida de los mismos en los supermercados que quieran/puedan colaborar.
Con todo afecto y bendición.+
Lunes Santo
En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, amén.
Buenos días a todos en este Lunes Santo. Hoy os adjunto una lectura que corresponde a un sermón de San Agustín. Habla de la Cruz, del misterio de la Cruz. Y habla justamente de lo que se nos ha concedido a través de ella.
En estos días confusos, extraños, se nos habla continuamente de la pandemia, del virus, de los contagiados, de los dados de alta…de los muertos (todo son números). Se habla de muertos, pero no de la muerte. Se habla de pandemia, pero no de la fragilidad de la condición humana. Se habla, habla, habla..pero no se reflexiona.
Es verdad que no le es fácil al hombre vivir como tal, y esto implica hacer una reflexión sobre la condición humana, plantearse el sentido de la vida y por tanto también el de la muerte (curiosamente cuando en España iba a presentarse en el Congreso la aprobación de la eutanasia). ¿Cuál es el verdadero valor de la vida humana? ¿Quién lo determina? Nos encontramos con mucha gente con miedo a perder la vida, a ser contagiado, a sufrir… a tener que ir a un Hospital siendo mayor, por miedo a ser descartado únicamente por la edad. Pero destapar esa hipocresía, esa mentira social, esa manipulación, requiere otro momento…
Ahora quería con San Agustín acercarme a ese “admirable intercambio”. Darnos cuenta de lo que es propio nuestro, de nuestra humana condición (morir) y lo que Cristo con su entrega nos ha alcanzado (la vida eterna, la vida divina). Una vida eterna que no se reduce al más allá, cuando nos muramos y tengamos que dar cuenta de lo vivido (Mateo, 25), sino que se nos concede experimentar ya aquí y ahora, como un anticipo del cielo, esa vida que tiene que ver con el Amor de Dios en nosotros. Quien ama, posee la Vida, quien no ama, permanece en la muerte.
Por eso, caigamos en la cuenta de lo que se va celebrar esta Semana. Miremos a Jesucristo y pidámosle esa necesaria y cotidiana conversión (volvernos a Su Amor). ¡¡¡Sólo el amor vence!!!! Y esto es lo que vamos a vivir y celebrar estos días.
Con todo afecto y bendición+
Bendito el que viene en nombre del Señor
Hoy recibimos solemnemente a Jesús en Jerusalén, entra en la ciudad donde por nosotros va a entregar la vida. Quizás nosotros podamos estar tan distraídos como aquellos que le aclamaban, no dándonos cuenta de lo que realmente está pasando.
Hoy Jesús entra en la ciudad santa, que es imágen de cada uno de nosotros. Hoy Jesús quiere humildemente ser recibido en ti y en mí. Viene a traer la paz, la salud, la alegría, que el hombre ha perdido a causa del pecado. Hoy quiere comenzar a mostrarnos, en esta Santa Semana que iniciamos, cómo recuperar la belleza original de la creación, la armonía de una vida en amistad con Dios que lleva a una verdadera fraternidad entre los hombres.
Qué misterio tan grande vamos a contemplar estos días; estemos atentos. El camino es claro, tomar la decisión de morir con Cristo (que no es otra cosa que morir al pecado, al mal, al egoísmo…a una vida sin Dios) para resucitar verdaderamente con Él (tener en nosotros vida divina, la caridad que viene de Dios).
Que el buen Dios nos conceda este corazón atento a lo importante, así viviremos con la gratitud de una vida que es puro DON (no se nos olvide), y tendremos el ánimo de compartirla con sencillo agradecimiento allí donde Él quiera.
Os envío un texto de San Andrés de Creta sobre el domingo de Ramos para meditar.
Un abrazo fuerte y feliz domingo de Ramos.+
Sábado de Dolores
Buen día a todos.
Fijaos de qué manera la Iglesia reza esta mañana en la Misa…
Oración colecta:
Oh, Dios, que has hecho a todos los renacidos en Cristo
pueblo escogido y sacerdocio real,
concédenos querer y realizar cuanto nos mandas,
para que el pueblo, llamado a la vida eterna,
tenga una misma fe en el corazón
y una misma santidad en los actos.
Por nuestro Señor Jesucristo.
A los renacidos en Cristo (por el bautismo) se nos ha concedido la dignidad de ser pueblo escogido del Señor. Esto significa en primer lugar una elección concreta y querida por Dios, para que seamos Su pueblo, su heredad, sus hijos amados…con la capacidad de “querer y realizar cuanto nos mandas”.
Me quiero detener especialmente en esta petición que hacemos: concédenos querer y realizar cuanto nos mandas.
Mirad cómo estos días se nos mandan muchas cosas; tener cuidado, no salir de casa, guardar las distancias, usar protección…y esto, para nuestro bien. No podemos entender que estas normas las dicte el gobierno para fastidiarnos, quitarnos la libertad, amargarnos en casa o dejarnos sin trabajo.
Ahora me venía al corazón aquel texto en el que Jesús dice..”¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»” (Lc 11, 11-13) Quiero hacer referencia a este texto, porque nos ayuda a entender lo siguiente: un gobierno se equivoca, o se puede equivocar. Dios no, aunque en nuestra pequeñez o soberbia no lo entendamos. Los mandamientos de la santa Ley de Dios, no son mandatos caprichosos o arbitrarios, sino la guía recta y segura para la vida. Es por esto por lo que hemos de pedir a Dios la humildad para querer su querer y la Gracia para realizar, cumplir, vivir lo que nos manda. Esto nos llevará a la alegría de experimentar la santidad ( la obra del Espíritu Santo) en todos nuestros actos. ¡¡¡Cómo no nos va a dar Dios su Espíritu si lo pedimos con verdad!!!
Porque sin la fuerza del Espíritu, ten claro, no podemos nada.
Que en este sábado, preparación del Domingo de Ramos en el que Cristo va a entrar en Jerusalén por ti y por mí, nos disponga a comenzar esta Semana Santa con ese ánimo de ser transformados por el don de Su Caridad.
Pedimos hoy entre otros por el eterno descanso de Gaby y Boni, vecinos de San Agustín, y por Luis ( padre de nuestra querida Sandra)
Con todo afecto y bendición+
Semana Santa 2020 con el Papa Francisco
Los horarios son los siguientes:
Domingo 5 de abril
11:00 Santa Misa de la Pasión del Señor
Jueves Santo 9 de abril
18:00 Santa Misa en la Cena del Señor
Viernes Santo 10 de abril
18:00 Celebración de la Pasión del Señor
21:00 Santo Viacrucis
Sábado Santo 11 de abril
21:00 Vigilia Pascual en la Noche Santa
Domingo de Resurrección 11 de abril
11:00 Misa Santa de la Resurrección
12:00 Bendición “Urbi et Orbe”
Puedes seguirlo desde:
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Viernes de Dolores
En este viernes de Pasión, viernes de Dolores, en el que miramos de un modo especial a la Virgen (Dolorosa, Soledad), nos hacemos eco de esos dolores de la Virgen que no son otros sino los dolores de la humanidad alejada de su Hijo.
Hoy pedimos con nuestra Madre, Imagen de la Iglesia, por tantos hijos que viven ahora el momento del dolor, de la soledad, de la angustia. Hoy ofrecemos el “silencio”, nuestro ayuno de WhatsApp…por tantos que necesitan experimentar en su carne y en su alma la Presencia buena del Señor en sus vidas.
Os adjunto un bello texto del Concilio Vaticano II para meditar en estos momentos que vivimos.
Toda actividad humana se purifique en el misterio pascual
Un abrazo fuerte y bendición.+
San Juan Pablo II
Y hoy se cumplen 15 años de la muerte de San Juan Pablo II, el Papa que nos invitaba a “no tener miedo” y “abrir de par en par las puertas a Cristo”. El Papa que tuvo una creatividad singular en el anunciar a Cristo a todos y en todo momento. El Papa que supo afrontar el reto de las dos”pandemias ideológicas” más terribles de la humanidad, el comunismo y el nacional-socialismo (nazismo) que trajeron a Europa y al mundo millones de muertos. ¡San Juan Pablo II, intercede por nosotros!
Digamos hoy con él a María ” TOTUS TUUS” TODO TUYO SOY MARÍA.
Os mando un sencillo regalo-recuerdo de su persona.
Con todo afecto y mi bendición+
Lázaro, ¡¡sal afuera!!
Lázaro, ¡¡sal afuera!!
Este es el grito de Jesús en esta mañana de domingo. Sal afuera. También es el grito que nos gustaría escuchar a nosotros en estos días y qué decir lo que les gustaría a nuestros niños y jóvenes!!!. Pero no se trata de este salir.
Lázaro está en el sepulcro, lugar de muerte. Ha entrado en la frialdad de la roca, imagen de la ausencia del “calor” del amor que nos da vida. Está rodeado de dolor y llanto por la separación, por la pérdida … con la losa impidiendo su “salida”.
Quizás sea esta también la situación de muchos, de nosotros, que encerrados en nosotros mismos no percibimos que nos hemos “enfriado”, aislado, que hemos perdido el Espíritu que da Vida ( y como Lázaro, provocamos el llanto de nuestros más queridos y cercanos).
Estos días de confinamiento en casa, y los que vienen por delante, nos han de ayudar a reflexionar sobre nuestra situación, sobre el calor/ frío de nuestra vida que se manifiesta con mucha sencillez y claridad en nuestras obras, actitudes … ¿Cómo estoy? Sí, quizás como Lázaro, sin vida, sin calor de corazón, con “losas” que nos impiden vivir la libertad del Espíritu que Dios nos ha dado. ¿Cuáles son mis losas? ¿Qué es lo que día a día me lleva a la muerte? … y lo que es más importante después de reconocer estoy: ¿Grito pidiendo ayuda al Señor?
Jesús se descubre como el que puede devolver la Vida, pero no sólo la física (despertar), sino la que nos hace sentir que TODO es un regalo inmerecido, ante lo que tengo que estar siempre profundamente agradecido. ¡¡¡Qué despertar!!!
Que Jesús, nuestra Luz, nuestra Vida verdadera, nos alcance la Gracia de no perder ese ardor de corazón, esa Caridad que nos hace sentirnos verdaderamente vivos.
Feliz domingo a todos.
Un fuerte abrazo y bendición.+
~ Padre Ignacio López
PS.: Os brindo la posibilidad de orar con este texto de San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia del siglo IV. Una lectura para reposar el corazón y la mente en los misterios de nuestra Salvación que celebramos en la anhelada Pascua.
Preparamos la fiesta del Señor no sólo con palabras, sino también con obras
Domingo Laetare, Domingo del Buen Pastor
Muy queridos todos, feliz domingo. Dice la Escritura, “Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: no hagáis duelo ni lloréis; pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.” (Ne 8, 9a. 10)
Es domingo Laetare, domingo de alegría, sí, ese en el que rebajamos el morado de Cuaresma y vestimos casulla “rosa”. Además, coincide con el Buen Pastor, qué gozo!!!
Os quiero invitar en esta reflexión a buscar en el Señor, esa razón de nuestra alegría, que a veces se nos esfuma ante cualquier nubecilla. Nos asustamos rápidamente y eso expresa la fragilidad en la que vivimos y que nos gusta tanto disimular, maquillar…y acuérdate; Jesús también sufrió, sintió angustia, sudó sangre
Hoy os quiero pedir algo. La iglesia, nuestra Madre, ha dispuesto un Decreto de Indulgencia Plenaria para todos los enfermos que sufren y mueren solos en estos días de aislamiento. También se nos concede a nosotros esa indulgencia. No podemos dejar de tomar sobre nosotros, como el Buen Pastor, los sufrimientos y angustias de tantos hermanos nuestros, enfermos, familias, personal sanitario… que necesitan nuestra ayuda, oración, sacrificio ofrecido por amor. Os invito a que leáis con atención el documento de la Santa Sede que os voy a mandar y luego, manos a la obra.
También os adjunto una oración para hacer una acto de contrición (pedir de verdad perdón de corazón) y que sería bueno poder hacer llegar al personal sanitario que conozcamos. Así lo he hecho llegar a algunos médicosy enfermeras que no sabían cómo hacer con los enfermos que van a morir aislados y a los que no se va a poder administrar la Santa Unción ni la Confesión (ESTO ES MUY IMPORTANTE). En todo caso, podemos rezar esa oración siempre que nos acordemos, “trasladándonos” a esos corazones que lo necesitan.
Esta es también una forma de aprender a salir de nosotros mismos y amar. Es dejar que Jesús, a través de nuestra vida ofrecida con Él, alcance como en una cadena de Gracia, de Amor a cada uno de los que sufren. Este es un tesoro que hay que descubrir, porque cuando se encuentra, realmente cambia la vida. Por eso, entendemos mejor que la alegría no es algo que se busca, sino el fruto de una vida bien vivida, entregada por amor.
~ Padre Ignacio López
Feliz domingo y mi bendición.+
Notas para seguir la Santa Misa por Internet o Televisión
Seguir la Santa Misa por el ordenador o la televisión es una situación extraña y conviene que la expliquéis en casa, sobre todo a los más pequeños.
- A la hora de ver la Misa por la pantalla, vedla con toda la devoción y reverencia con que lo haríais en la parroquia.
- Cread una pequeña iglesia en vuestro salón, en torno a la TV.
- Poneos la ropa que llevaríais habitualmente un domingo, mantened el espíritu de oración y silencio.
- Poneos de pie, de rodillas, sentados, como si estuvierais en la parroquia, de igual modo.
- Es una oportunidad única de celebrar la Misa toda la familia junta, con alegría y valorando que la Misa es el mayor regalo que tenemos como hijos de Dios.
- Y en el momento de la comunión, rezad una comunión espiritual como esta: ” yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción, con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos “.
- Recogeos en oración, no tengáis prisa y pedid a Dios por todos los difuntos, los enfermos, el personal sanitario y el Gobierno y por supuesto, por la Iglesia, por el Papa, nuestros obispos y la parroquia.
- Aprovechad a rezar juntos el Santo Rosario, a leer el evangelio del día, etc.
- Y aprovechad para juntaros para la Misa todos los días en familia.
Estoy convencido que está situación nos dará más hambre de Eucaristía y nos ayudará a agradecer la presencia del Señor entre nosotros a través de los sacramentos y, muy especialmente, de la Eucaristía.
Unidos en Cristo y bajo la protección de María Madre.